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Sarcofago de momia egipcia. Foto de Narciso Arellano en Unsplash

Egipto y los secretos de la momificación

Egipto logra atraer a muchas personas amantes de esta antigua civilización y, sobre todo, por sus enormes pirámides y tumbas que guardan secretos y tesoros antiguos de la época. Esta cultura ha sido la inspiración para crear películas, series, juegos y hasta se caracteriza por hacer aparición dentro de algún que otro casino online español, o más específicamente, en las tragaperras.

Es bien sabido que cada civilización antigua tenía su propio proceso funerario, siendo el más conocido es la momificación egipcia. Los egipcios solían creer en la vida después de la muerte, motivo por el que realizaban este ritual principalmente a los miembros de la realeza o aquellas familias que eran de clase alta.

 

 

Proceso de embalsamamiento

Este proceso solía tomar un aproximado de dos meses y medio para preparar el cuerpo del difunto para ser sometido al proceso de momificación.

El proceso de embalsamar requería de mucho tiempo por parte del equipo funerario y se iniciaba días después luego del fallecimiento de un individuo. El cuerpo era llevado a las orillas del río Nilo en donde se encontraban los embalsamadores, ya que el proceso requería de abundante agua para llevarse a cabo.

Luego, el cuerpo era colocado en una mesa con forma de león y a sus costados se encontraban mesas más pequeñas con enseres para depositar los órganos internos. El primer órgano que se extraía era el cerebro por la nariz con la ayuda de dos ganchos, luego el estómago, los pulmones y, por último, el hígado. Estos cuatro órganos eran depositados en vasijas llamadas “vasos canopes” .

Frascos Canopic egipcios (pixabay)

Frascos Canopic egipcios (pixabay)

Cada vaso canope tenía la forma de una divinidad con apariencia animal, los cuales eran denominados como los “Hijos de Horus''. Estos se llamaban Hapy, con la forma de mono donde se depositaban los pulmones; Duamutef, el chacal, que contenía el estómago; Amset, de forma humana, que guardaba el hígado; y, por último, Qebehsenuef, el halcón, en donde se introducían los intestinos.

El corazón era el único órgano que se dejaba dentro del cuerpo, ya que, según la creencia egipcia, en él se albergaba la vida misma. Si se llegaba a sustraer debía ser reemplazado por un escarabeo corazón. Acto seguido, el cuerpo debía cubrirse con natrón durante 40 días, siendo este una especie de sal que deshidrataba el cuerpo y evitaba la descomposición.

Después de 40 días la sal era retirada y se rellenaba el cuerpo con serrín, limo o algunas especias. Si el difunto era una persona importante como un faraón se le cosía con lino o una chapa de oro, luego se lavaba el cuerpo con agua del Nilo y se cubría de aceites y bálsamos con aroma para luego colocarle las vendas.

Pretegiendo al difunto

El ritual lo realizaba el embalsamador quien pronunciaba hechizos de protección para el difunto. El cuerpo era vendado comenzando por los dedos para seguir por las extremidades, los brazos podían colocarse cruzados en el pecho o estirados. Para proteger al difunto se le colocaban amuletos preciosos, un escarabeo alado e imágenes de los hijos de Horus.

Por último, al rostro se le colocaba una máscara pintada o una de oro si el difunto era un faraón, luego se colocaba el cuerpo dentro del sarcófago y se le hacía entrega a la familia.

Imagende portada: Sarcofago de momia egipcia. Foto de Narciso Arellano en Unsplash

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