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Portada - Templo a Ehécatl. (Fotografía: Mauricio Marat/INAH)

Descubierto templo dedicado a Ehécatl-Quetzalcóatl en Tlatelolco, México

Para la mitología mexica –y para otras culturas mesoamericanas– , Ehécatl era el dios del viento y una de las manifestaciones de Quetzalcōātl, la serpiente emplumada, por lo que toma el nombre de Ehécatl-Quetzalcoatl. Se trata de uno de los dioses principales de la creación y héroe cultural. Su aliento es el que inicia el movimiento del Sol, trayendo vida a lo que está inerte. Ehécatl-Quetzalcoatl se enamoró de una muchacha humana llamada Mayáhuel, dándole a la humanidad la habilidad de amar para que ella pudiera corresponderle. Su amor fue simbolizado por un hermoso árbol que crece en el lugar en el que llegó Ehécatl a la tierra.

Suele ser representado con una máscara bucal roja en forma de pico con la que limpiaba el camino para Tláloc, dios de la lluvia, y los Tlaloque, dioses menores de la lluvia. Sus templos normalmente tenían forma circular, para mostrar una menor resistencia al viento y ayudar a su circulación, y ahora, gracias al trabajo desarrollado por investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia mexicano (INAH), se ha descubierto el segundo templo de este tipo en la zona arqueológica de Tlatelolco. Un templo que cuenta con más de 650 años de antigüedad.

 

 

Ilustración del dios del viento Ehécatl-Quetzalcóatl, una de las deidades descritas en el Códice Borgia. (Public Domain)

Ilustración del dios del viento Ehécatl-Quetzalcóatl, una de las deidades descritas en el Códice Borgia. (Public Domain)

Tal y como se explica desde la propia web del INAH, fue a lo largo de una conferencia de prensa cuando el investigador emérito del INAH, Eduardo Matos Moctezuma, junto con el coordinador nacional de Arqueología de la institución, Pedro Francisco Sánchez Nava, dieron a conocer el descubrimiento del templo que contribuirá a revaluar la importancia de las múltiples ciudades-Estado que, como Tenochtitlán, Tacuba e Iztapalapa, prosperaron en diversos puntos del Valle de México.

Asimismo, Matos Moctezuma recordó que el señorío tlatelolca se remonta hasta el año 1325, cuando un grupo de mexicas se estableció en un “montículo de arena” que, con el paso del tiempo, se convirtió en una ciudad gemela de Tenochtitlán y en un importante centro comercial de la Triple Alianza y de toda la región mesoamericana.

Edwina Villegas Gómez, directora de la Zona Arqueológica de Tlatelolco, ha explicado por su parte que tras dos temporadas bajo la coordinación del arqueólogo Salvador Guilliem Arroyo, responsable del Proyecto Tlatelolco, se ha establecido que el templo tiene más de 650 años de antigüedad, mide 11 metros de diámetro por 1,20 de altura y se encuentra a una profundidad de 3 metros bajo el nivel del suelo.

A lo largo de ambas temporadas de excavaciones se han podido recuperar, además, material cerámico, 27 enterramientos de individuos adultos, niños y animales, una cista para ofrendas colocada en la entrada oriental del templo, y se ha logrado identificar el estuco que aún recubre parte del templo. Villegas ha explicado asimismo que la cista para ofrendas contenía la osamenta de un recién nacido, huesos de aves, obsidiana, espinas de maguey, restos de copal y una cuenta circular de piedra verde. Finalmente, otra olla recuperada, que albergaba malacates, incensarios y figuras de cerámica con representaciones de monos y picos de pato, desvelaría su filiación con el dios Ehécatl-Quetzalcóatl.

Imagen panorámica de la cista para ofrendas encontrada en la entrada oriental del templo. (Fotografía: Edgar Iván Robles/INAH)

Imagen panorámica de la cista para ofrendas encontrada en la entrada oriental del templo. (Fotografía: Edgar Iván Robles/INAH)

Asimismo, de acuerdo con el arqueólogo Eduardo Matos, las fachadas frontales de los templos dedicados a esta deidad apuntaban hacia el Este, como es el caso. Sin embargo, también es cierto que la nueva construcción descubierta presenta particularidades: la primera de sus tres etapas constructivas data de los años posteriores a la fundación de la ciudad (año 1337) y presenta paredes bicónicas (inclinadas en vez de rectas), lo que la distingue del resto de las ruinas prehispánicas de la zona. Superpuesta a esta fase original está la segunda etapa (años 1376-1417), que es la más visible del conjunto. De la tercera fase (hacia el año 1427) sólo quedan desplantes alrededor de la edificación.

No obstante, se han localizado vestigios de la que, se cree, era una cuarta etapa constructiva en el muro límite de la excavación, cuyo costado oeste luce un remate con una decoración de piedra que simula un pendón entrelazado a manera de moño. También en la sección norte se ha recuperado una hilera de pilotes colocados desde tiempos prehispánicos para evitar el hundimiento del templo en el suelo arcilloso de la antigua isla. Pese a ello, el edificio está inclinado 60 centímetros en dirección norte. En total, después de dos intensos años de trabajo y esfuerzo arqueológico, se han localizado un total de 43.000 objetos, mil de los cuales fueron recuperados completos y se hallan bajo registro y estudio.

Piezas cerámicas localizadas en una de las ofrendas. (Fotografía: Héctor Montaño/ INAH)

Piezas cerámicas localizadas en una de las ofrendas. (Fotografía: Héctor Montaño/ INAH)

Además de lo anterior, la antropóloga física Nancy Miramón Valdez comunicó el hallazgo del cráneo de un adulto de sexo masculino, junto al cual se encontró un bezote que debió portar el individuo en el labio, según revelaron las huellas de tallado en los incisivos inferiores.

El hallazgo de este basamento prehispánico con su templo circular constituye una de las edificaciones más importantes de la cultura mexica, cuya historia se ha ido develando a partir de los proyectos arqueológicos de Templo Mayor y de Tlatelolco, que han permitido contrastar estas ciudades gemelas mexicas a través de sus vestigios arqueológicos recuperados sistemáticamente en contextos análogos.

Cráneo recuperado de hombre adulto, junto al que se encontró un bezote que debió portar en el labio. (Fotografía: Héctor Montaño/INAH)

Cráneo recuperado de hombre adulto, junto al que se encontró un bezote que debió portar en el labio. (Fotografía: Héctor Montaño/INAH)

Imagen de portada: Templo a Ehécatl. (Fotografía: Mauricio Marat/INAH)

Autor: Mariló T. A.

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Mariló T.A.

Escritora freelance, bloguera y especialista en redes sociales, Mariló trabaja y colabora desde hace años en diversos medios de comunicación online. Apasionada de la naturaleza, los animales, la fotografía, la ecología, el biodinamismo, la espiritualidad, las civilizaciones antiguas, los viajes... Lee mas
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