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Portada-Cráneo de un niño de una edad aproximada de siete años hallado en un cementerio de la antigua Roma y analizado por las doctoras Killgrove y Montgomery. Fotografía: Kristina Killgrove

Inmigrantes y esclavos sin nombre de la antigua Roma: ¿Quiénes eran? ¿De dónde venían?

Los esclavos y otros residentes de clases humildes formaban gran parte de la población de la ciudad de Roma en torno al siglo I d. C. ¿Pero quiénes eran estas personas? ¿De dónde venían? ¿Cómo eran sus vidas?

Dos investigadoras están intentando dar respuesta a estas cuestiones realizando análisis químicos de los dientes de residentes de Roma de las clases más humildes, entre los que hay niños, mujeres, esclavos e inmigrantes libres.

 

 

Los restos óseos de miles de antiguos romanos han llegado hasta nosotros, pero solo ahora que Kristina Killgrove y Janet Montgomery han llevado a cabo este reciente estudio los arqueólogos han empezado a analizar los elementos químicos presentes en los molares de estos restos para dar respuesta a algunas preguntas acerca de los movimientos migratorios de algunos de los habitantes de clases más bajas de la antigua Roma.

La Dra. Killgrove, antropóloga de la Universidad del Oeste de Florida, y la Dra. Montgomery, arqueóloga de la Universidad de Durham, Inglaterra, han analizado el contenido de estroncio de 105 molares pertenecientes a esqueletos procedentes de dos cementerios de Roma, así como el carbono y el oxígeno de un subconjunto de 55.

Su intención ha sido arrojar luz sobre las vidas de los antiguos romanos que no eran ciudadanos de clase alta ni formaban parte de la nobleza o la realeza. Para ello han examinado los isótopos presentes en los dientes de individuos enterrados en dos cementerios de la ciudad: Casal Bertone y Castellaccio Europarco.

Mapa en el que se observa la localización geográfica de los yacimientos arqueológicos estudiados por las doctoras Killgrove y Montgomery. (Kristina Killgrove, Janet Montgomery)

Mapa en el que se observa la localización geográfica de los yacimientos arqueológicos estudiados por las doctoras Killgrove y Montgomery. (Kristina Killgrove, Janet Montgomery)

Es bien sabido que mucha gente se mudó a la antigua Roma, aunque la identidad de estos individuos pertenecientes a las clases más bajas y cómo eran sus vidas son cosas que en gran medida se perdieron en la historia.

Como podemos leer en su artículo publicado en la revista PLOS One, Killgrove y Montgomery intentaron dar respuesta a tres cuestiones principales:

Concretamente, este estudio se ha llevado a cabo para dar respuesta a las preguntas: (a) ¿Quiénes emigraron a Roma? (b) ¿De dónde venían? y (c) ¿Cuál fue su experiencia al llegar a su destino? Cuando Roma como centro de un imperio se estudia antropológicamente utilizando todas las fuentes de datos disponibles, los emigrantes se convierten en protagonistas y los esclavos en individuos integrantes de una diáspora, y los efectos de la interacción entre las poblaciones autóctona y extranjera pueden juzgarse de una forma novedosa. […] Estudiar cómo fue la emigración a la Roma Imperial es necesario para alcanzar una comprensión más profunda de su demografía, estructura familiar y roles de género, y resulta ser particularmente relevante para la amplia mayoría de la población romana que quedaba fuera de los registros históricos.

Según las investigadoras, los inmigrantes voluntarios probablemente constituyeran aproximadamente un 5% de la población del Imperio en el siglo I d. C., mientras que los esclavos llegarían a ser un 40% del total. Añaden además que muchos de los esclavos nacían en la propia Roma como hijos de madres esclavas, aunque algunos de ellos procederían de otras regiones de Italia o incluso de lejanas provincias del Imperio.

Mercado romano de esclavos, óleo de Jean-Léon Gérôme pintado en 1884. (Public Domain)

Mercado romano de esclavos, óleo de Jean-Léon Gérôme pintado en 1884. (Public Domain)

Sabemos bastante acerca de los ciudadanos romanos gracias a documentos históricos, ajuares funerarios, arquitectura y otras fuentes de información arqueológicas. Pero es poco lo que sabemos sobre los esclavos romanos y las clases más bajas del Imperio. Leemos en el estudio de las doctoras Killgrove y Montgomery:

El registro histórico se encuentra notablemente sesgado hacia los hombres de la élite más poderosos, pudientes y alfabetizados, y podría no representar con precisión las vidas del inmigrante voluntario medio o el esclavo. En Roma los esclavos tendían a ser integrados en la propia vivienda familiar, así que no podemos esperar hallar pruebas arqueológicas claras de esta esclavitud de la misma forma que, por ejemplo, en el sur de los Estados Unidos, donde había viviendas separadas y conjuntos de piezas cerámicas diferentes. El registro epigráfico [antiguos escritos] quizás sea el más útil a la hora de identificar a individuos emigrantes, pero solo cuando a alguno de ellos se le conmemora específicamente como extranjero.

Examinando los isótopos, Killgrove y Montgomery han podido averiguar a grandes rasgos cuál era la tierra natal de cada individuo. La composición química de la comida y el agua varían según la geología, y las cantidades de isótopos presentes en los huesos indican de manera general dónde vivieron los individuos y de qué se alimentaban. Los isótopos también pueden revelar qué enfermedades padecían.

“Tanto las proporciones de isótopos de estroncio como las de oxígeno son variadas, y no es descabellado suponer que este hecho puede reflejar asimismo la diversidad de la población,” escriben las autoras del estudio en su artículo publicado en PLOS ONE. Afirman igualmente que serán necesarios nuevos estudios de isótopos y ADN para comprender los orígenes y procedencias de los individuos enterrados en los cementerios de la antigua Roma.

Una de las conclusiones extraídas por las investigadoras ha sido que las dietas de las personas iban variando desde que eran niños hasta el momento de su muerte. Las dietas de los foráneos cambiaban de una forma más drástica, probablemente porque los alimentos que encontraban disponibles en Roma diferían en comparación con los de su tierra natal. “El hecho de si este cambio era voluntario (para adaptarse a las costumbres alimentarias romanas) o involuntario (a causa de la disponibilidad de los diferentes alimentos) aún no está claro,” leemos en el estudio.

Cráneos de dos hombres inmigrantes hallados en Roma. (Kristina Killgrove)

Cráneos de dos hombres inmigrantes hallados en Roma. (Kristina Killgrove)

Entre los 105 esqueletos hallaron solo cuatro que con toda probabilidad no procedían de Roma: uno originario de África y los otros tres de los Alpes y los Apeninos. Las investigadoras han llegado además a la conclusión de que otros cuatro probablemente tampoco eran naturales de la capital del Imperio, aunque sus orígenes son inciertos por el momento.

“Teniendo en cuenta lo que sabemos de historia, no resulta sorprendente hallar restos de inmigrantes entre estos esqueletos, pero sí que sorprende hasta cierto punto hallar tan pocos,” escribe la Dra. Killgrove en su artículo publicado en Mental Floss. “La escala de la esclavitud y la emigración a Roma en la época del Imperio implica que deberíamos esperarnos una mayor proporción de población inmigrante. No obstante, mediante el análisis de isótopos no podemos distinguir entre los individuos que nacieron en Roma y los que hubieran nacido en una localización geográfica isotópicamente similar. Podríamos estar perdiendo la pista de algunos inmigrantes ocultos entre estos datos.”

Según Killgrove, algunas personas se mudaban a Roma para encontrar trabajo, educación o una vida mejor, aunque muchos llegaban a la ciudad obligados para trabajar como esclavos. “Sabemos por los registros históricos que la escala de la esclavitud en el Imperio Romano superaba en gran medida la cantidad de inmigrantes voluntarios. Aún así, la esclavitud en la antigua Roma era a menudo una condición legal temporal, ya que la manumisión de esclavos era algo habitual.”

Live Science informa de que, según Killgrove, comprender mejor los movimientos migratorios de la época romana permitirá profundizar en nuestros conocimientos acerca de la cultura de la antigua Roma, la esclavitud en el Imperio Romano e incluso la transmisión de enfermedades en la Antigüedad. Por esta razón, la investigadora está continuando su estudio en otro antiguo cementerio cercano a Roma.

Imagen de portada: Cráneo de un niño de una edad aproximada de siete años hallado en un cementerio de la antigua Roma y analizado por las doctoras Killgrove y Montgomery. Fotografía: Kristina Killgrove

Autor: Mark Miller

Traducción: Rafa García

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

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Mark Miller

Mark MillerEs un escritor de Ancient-Origins. Tiene una licenciatura en periodismo, es editor y escritor de periodicos y revistas, desde mucho se interesa de la antropología, la mitología y la historia antigua. Sus hobbies son escribir y dibujar. Lee mas
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