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Portada-Fotografía del Palacio de Potala o templo de Lhasa, máxima expresión de la arquitectura tibetana. (Coolmanjackey/CC BY-SA 3.0)

La persecución del budismo y la caída del imperio tibetano

El imperio del Tíbet (618 d. C. - 842 d. C.) se convirtió en un reino emergente y poderoso cuando el rey tibetano Songtsän Gampo se casó con la princesa china Wencheng de la dinastía Tang hace 1400 años. A medida que el imperio se fue haciendo más poderoso, sus relaciones con China se fueron deteriorando, pero no sucumbió pese a sus guerras con China. Sin embargo, alrededor de 200 años después, otro rey comenzó a atacar al budismo y se sufrieron una serie de desastres naturales. El imperio tibetano finalmente colapsó, pero el budismo siguió adelante.

El budismo fue introducido en el Tíbet poco después de que el rey Songtsän Gampo fundara el imperio. Él fue quien mandó construir el Templo de Jokhang y el Palacio de Potala. Sus sucesores apoyaron al budismo e, incluso, algunos de los reyes y príncipes que le sucedieron, renunciaron a sus títulos y se convirtieron en monjes. El imperio tibetano se fue volviendo más poderoso, de forma gradual, gracias al surgimiento del budismo.

 

 

Esta estatua del rey Songtsän Gampo se encuentra en la cueva de Yerpa (Tíbet) en la que cuenta la tradición que el monarca solía meditar. (Public Domain)

Esta estatua del rey Songtsän Gampo se encuentra en la cueva de Yerpa (Tíbet) en la que cuenta la tradición que el monarca solía meditar. (Public Domain)

El surgimiento del budismo y el fortalecimiento del imperio del Tibet

El imperio tibetano se volvió tan poderoso tras la muerte del emperador chino Taizong, de la dinastía Tang, que China no disponía de las defensas necesarias para detener la invasión tibetana. De este modo, el Tíbet extendió su ofensiva militar a Qinghai, Sichuan y Gansu, y ocupó Chang’an, la capital del imperio Tang.

Los emperadores de la poderosa dinastía Tang, Gaozong, Suzong y Xianzong, jamás pudieron conquistar el Tíbet.

Cuando el rey tibetano Ralpacan murió, según indica el texto Xin Tangshu (Nueva historia de Tang), el rey Langdarma le sucedió en el trono. Los mensajeros de la dinastía Tang le describen como un adicto al alcohol y amante de las cacerías. Se le conocía por ser un gobernante severo que no escuchaba a sus consejeros. Langdarma mandó perseguir el budismo, provocando que el caos se impusiera incluso dentro de su propio gobierno.

El rey Langdarma forzó a los monjes a cazar como muestra de su renuncia al budismo, y mandó matar a todos los que se negaran a abjurar de su fe. Clausuró todos los monasterios y templos budistas, reconvirtiendo el Monasterio y Templo de Jokhang en un matadero y el Monasterio Ramoche en un recinto para rodeos.

Fotografía del interior del Monasterio de Jokhang, en Lhasa, recinto sagrado que el rey tibetano Langdarma convirtió en un matadero. (Public Domain )

Fotografía del interior del Monasterio de Jokhang, en Lhasa, recinto sagrado que el rey tibetano Langdarma convirtió en un matadero. (Public Domain )

Asimismo, Langdarma ordenó que preciados murales, reliquias y objetos milenarios fueran reemplazados por pinturas de monjes tomando alcohol en los templos para, así, perjudicar la reputación del budismo. También dio orden de que clavaran clavos en las estatuas de Buda, que ataran cuerdas a los cuellos de éstas y las arrojaran a los ríos.

El ocaso del imperio

A partir de esta época, en el año 839 d. C., diversos desastres naturales comenzaron a devastar el imperio tibetano: terremotos, graves corrimientos de tierra y desprendimientos en las regiones montañosas de lo que hoy en día son las provincias de Sichuan y Gansu, riadas inauditas, plagas y hasta gentes que al despertar descubrían que sus familiares habían muerto sin razón aparente. Algunas personas aseguraban haber escuchado misteriosos golpes de tambor durante la noche en lo que hoy es la provincia china de Qinghai.

Buda del Monasterio Baiju, Gyantse, Tíbet. (Dennis Jarvis/CC BY-SA 2.0)

Buda del Monasterio Baiju, Gyantse, Tíbet. (Dennis Jarvis/CC BY-SA 2.0)

El rey Langdarma murió por causas no naturales tres años después, en el 842 d. C. Como no tenía hijos, su concubina dio orden de que le sucediera su sobrino, pero éste fue asesinado por uno de los ministros del gabinete.

Es por todo esto que la historia, la tradición y las leyendas nos narran que el otrora poderoso imperio del Tíbet no fue vencido por los gobernantes de la dinastía china Tang, sino que cayó en manos de un rey necio. Un monarca injusto que, sin embargo, no pudo acabar con el budismo, firmemente arraigado en el Tíbet.

Monjes budistas charlando y debatiendo en la actualidad en el Monasterio Sera, Tíbet. (Maris Burbergs/CC BY-SA 3.0)

Monjes budistas charlando y debatiendo en la actualidad en el Monasterio Sera, Tíbet. (Maris Burbergs/CC BY-SA 3.0)

Imagen de portada: Fotografía del Palacio de Potala o templo de Lhasa, máxima expresión de la arquitectura tibetana. (Coolmanjackey/CC BY-SA 3.0)

Autor: Zhai Jing / Minghui.org La Gran Época

Este artículo fue publicado originalmente en La Gran Época y ha sido publicado de nuevo en www.ancient-origins.es con permiso.

 

Fuente: 

“Nueva Historia de Tang”, historia oficial de la dinastía Tang. Consta de diez volúmenes y 225 capítulos.

Imagen de ancient-origins

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