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Portada - Recreación artística del espectacular cometa de diez colas registrado por los antiguos egipcios en el año 1486 a. C. (ilustración de Graham Phillips)

El cometa que cambió el curso de la historia… y que podría volver a cambiarlo en el futuro

El 30 de septiembre de este año, la primera astronave enviada por el ser humano que orbitó en torno a un cometa se estrelló deliberadamente contra su superficie a fin de obtener fotografías lo más cercanas posibles de este enigmático cuerpo celeste. Este hecho puso fin a su misión, que había comenzado cuando esta nave fue lanzada al espacio, hace ya más de doce años. En el transcurso de los últimos dos años, la sonda Rosetta  de la Agencia Espacial Europea ha estado girando en torno a este cometa a millones de millas de distancia de la Tierra, realizando observaciones a corta distancia sin precedentes del 67P/Churymov-Gerasimenko (llamado así por los dos astrónomos que lo descubrieron).

El cometa Churyumov-Gerasimenko en septiembre del 2014, imágenes tomadas por la sonda ‘Rosetta’. (ESA/Rosetta/NAVCAM /CC BY-SA 3.0 igo)

 

 

El cometa Churyumov-Gerasimenko en septiembre del 2014, imágenes tomadas por la sonda ‘Rosetta’. (ESA/Rosetta/NAVCAM /CC BY-SA 3.0 igo)

Uno de los logros más significativos de la sonda espacial es haber tomado lecturas de la composición del cometa, determinando que contiene algunos de los elementos básicos para la vida. Parece ser que los impactos de los cometas podrían haber ayudado a la aparición de la vida en la Tierra. Pero los cometas, como éste en el que se centraba la misión de la sonda Rosetta, han supuesto asimismo amenazas para la vida en la Tierra. El cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko mide unas dos millas y media (4 kilómetros) de diámetro; si se estrellara contra la Tierra —lo que afortunadamente no va a ocurrir— pondría fin a la civilización tal y como la conocemos. Se cree que un cometa de sólo 500 pies (unos 150 metros) de diámetro provocó el evento de Tunguska en 1908, cuando explotó sobre una remota zona de Siberia con la fuerza de una bomba de quince megatones, arrasando 2500 kilómetros cuadrados de bosque. Pero el cometa de Tunguska era minúsculo comparado con el que habria colisionado contra nuestro planeta hace tres mil quinientos años, del que se calcula que tendría un diámetro de unos 16 kilómetros.

Árboles derribados por el impacto del cometa de Tunguska. (Public Domain)

Árboles derribados por el impacto del cometa de Tunguska. (Public Domain)

Espectaculares y aterradores antiguos cometas

Este cometa fue registrado por los egipcios en el año 22º del reinado del faraón Tutmosis III, quien lo describió como un disco brillante de mucho mayor tamaño que la luna llena, añadiendo que era “una maravilla jamás vista desde la fundación de esta tierra [Egipto].” Los astrónomos chinos, que registraban meticulosamente los eventos celestes por razones astrológicas, observaron también este sobrecogedor acontecimiento. En el antiguo Almanaque de Mawangdui, conservado en el Museo Provincial de Hunan con sede en Changsha, aparece representado el cometa como uno de los de mayor tamaño jamás observados. No solo ocupaba un gran espacio en el cielo, sino que además presentaba diez asombrosas colas o estelas. (El mayor cometa observado desde el nacimiento de la astronomía moderna, el Cometa de De Cheseaux de 1744, sólo tenía siete.)

El documento egipcio se encuentra en un manuscrito actualmente en la Biblioteca Vaticana, conocido como Papiro Tulli, y diversos escritores lo han citado como evidencia de un antiguo avistamiento OVNI, lo que ha llevado a algunos académicos a cuestionar su autenticidad. Sin embargo, sí que parece cierto que hace referencia a un hecho real. El 22º año del reinado de Tutmosis III habría sido en torno al 1486 a. C., que fue precisamente el año (según nuestro calendario moderno) en el que los chinos observaron el cometa de diez colas.

Recreación artística del espectacular cometa con diez colas observado por los antiguos egipcios en el 1486 a. C. (Ilustración de Graham Phillips)

Recreación artística del espectacular cometa con diez colas observado por los antiguos egipcios en el 1486 a. C. (Ilustración de Graham Phillips)

Este cometa debió pasar aterradoramente cerca de nuestro planeta. De hecho, el avistamiento de este antiguo cometa fue tan espectacular que ejerció una profunda influencia en las religiones de todo el mundo. Parece ser que este fenómeno celeste sin precedentes se interpretó como la aparición de un nuevo dios: en este tiempo precisamente, civilizaciones de todo el mundo empezaron a adorar a una nueva deidad representada como un disco alado suspendido en el cielo. Podemos citar como ejemplos de ello el dios hitita Kumarbi, la diosa asiria Antum, el dios mitani Ir, y el dios persa Ahura Mazda.

Disco alado asirio. Uno de los muchos glifos que representan a las deidades que surgieron en todo el mundo tras el paso del cometa en el 1486 a. C. (Public Domain)

Disco alado asirio. Uno de los muchos glifos que representan a las deidades que surgieron en todo el mundo tras el paso del cometa en el 1486 a. C. (Public Domain)

En China aparece en esta época, durante la dinastía Sang, una nueva divinidad denominada Lao-Tien-Yeh – “El Gran Dios” – representada por un círculo con una serie de líneas rectas que irradiaban de forma similar a un abanico por uno de sus lados y su parte inferior, en un símbolo que se asemeja notablemente a la habitual imagen de un cometa.

El glifo que simboliza al dios Lao-Tien-Yeh apareció por primera vez en China a principios del siglo XV a. C. (Fotografía: Graham Phillips)

El glifo que simboliza al dios Lao-Tien-Yeh apareció por primera vez en China a principios del siglo XV a. C. (Fotografía: Graham Phillips)

Resulta fascinante el hecho de que este glifo es casi idéntico al símbolo de un nuevo dios que apareció en Egipto durante el reinado de Tutmosis III. Llamado Atón, era representado por un círculo con una serie de líneas irradiando de él al igual que un abanico, exactamente como el símbolo de Lao-Tien-Yeh. Los egiptólogos han supuesto durante largo tiempo que el glifo de Atón representaba al sol, algo indudable en el momento en el que el faraón Akenatón hizo del culto a Atón la religión oficial del estado a mediados del siglo XIV a. C., pero cuando apareció por primera vez en la capital de Tebas más de un siglo antes no iba acompañado de inscripciones que lo asociaran específicamente con una deidad solar.

El símbolo egipcio de Atón podría haber sido en su origen una representación del espectacular cometa del 1486 a. C. (Public Domain)

El símbolo egipcio de Atón podría haber sido en su origen una representación del espectacular cometa del 1486 a. C. (Public Domain)

Pero la repentina aparición de nuevas religiones era únicamente fruto de la agitación social que acompañó al paso del cometa tan cerca de la Tierra. En todo el mundo se inició de forma simultánea un período de violencia sin precedentes. Egipto se embarcó en una brutal campaña militar, conquistando lo que hoy son Israel, Líbano y Libia; los hititas de Turquía atacaron a sus vecinos del Mediterráneo oriental; en Siria, el reino de los Mitani atacó a los asirios de Irak; los casitas del norte de Irán invadieron Babilonia, en el sur de Irak; el pueblo Yaz de Armenia atacó con ferocidad a todo el que se encontraba a su alrededor; y la civilización Harappa del noroeste de la India fue aniquilada por tribus nómadas de Afganistán. Todas estas convulsiones siguieron a un período de relativa paz en todo el mundo que había durado generaciones. Los expertos creen por lo general que esta época de intensa actividad bélica y agitación social en todo el mundo se debió a un cambio climático brusco que produjo una caída en las temperaturas a nivel global. Las consecuentes malas cosechas provocaron que la escasez de recursos condujera inevitablemente al conflicto. La cuestión, sin embargo, es la siguiente: ¿qué fue lo que originó estas nefastas condiciones climáticas que duraron aproximadamente una década?

Una amenaza para la vida y la civilización

En 1985, el astrónomo Carl Sagan identificó el cometa del 1486 a. C. como el Cometa 12P/Pons-Brooks, sugieriendo que un fragmento de él se habría desprendido e impactado con la Tierra, con la resultante explosión que habría arrojado sus restos a las capas más altas de la atmósfera, obstaculizando la llegada de los rayos del sol durante años y provocando que las temperaturas cayeran a nivel global. Pero éste podría no haber sido el único efecto del impacto del cometa. En la Conferencia Internacional de Eventos Catastróficos y Extinciones Masivas celebrada en Viena en julio del año 2000, los científicos se reunieron para discutir posibles amenazas a la vida en la Tierra producto de posibles impactos de cometas y asteroides.

Resulta interesante que, aparte de las catástrofes obvias que provocarían dichos impactos, como tormentas de fuego, inviernos nucleares y tsunamis, se prestara una atención especial a los diversos y perniciosos compuestos químicos que contienen algunos cometas. Uno de ellos es el aminoácido vasopresina, que puede inducir comportamientos violentos y agresivos en el ser humano. Por el momento no se sabe si 12P/Pons-Brooks contiene vasopresina, pero de ser así, la entrada de la sustancia en la atmósfera contaminando la cadena trófica podría haber sido en parte responsable del período de violencia sin precedentes que asoló el planeta en el siglo XV a. C.

El cometa 17P/Holmes y su cola azul ionizada. Imagen meramente representativa. (CC BY-SA 3.0)

El cometa 17P/Holmes y su cola azul ionizada. Imagen meramente representativa. (CC BY-SA 3.0)

Casualmente, justo cuando la misión Rosetta toca a su fin, los astrónomos han determinado que un fragmento de 12P/Pons-Brooks —el cometa del 1486 a. C.— se está aproximando a la tierra, previendo su paso más cercano para el 11 de febrero del próximo año. El cometa se ha dividido en varios fragmentos tras pasar junto a Júpiter, siendo uno de ellos el designado como cometa 45P/Honda-Mrkos-Pajdusakova, identificado por primera vez en 1948. Mide aproximadamente 1,5 kilómetros de diámetro, pero afortunadamente no chocará con la Tierra. Sin embargo, sí es posible que la órbita de la Tierra se cruce con la trayectoria ya recorrida por el cometa. Está por ver si este hecho tiene un efecto sobre nuestra atmósfera o no. Pero incluso si el cometa principal, con más de ocho kilómetros de diámetro, pasa de largo sin más, está previsto que vuelva al interior del Sistema Solar en el año 2024, aunque actualmente se desconoce cuánto se acercará a la Tierra para entonces. Esperemos lo mejor. Lo último que este mundo necesita es un nivel más elevado de agresividad.

Graham Phillips es autor de The End of Eden – The Comet that Changed Civilization, publicado por Inner Traditions.

Imagen de portada: Recreación artística del espectacular cometa de diez colas registrado por los antiguos egipcios en el año 1486 a. C. (ilustración de Graham Phillips)

Autor: Graham Phillips

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

 

Fuentes:

Henry Bodkins, 2016. “Rosetta Mission comes to a Spectacular End”. Telegraph.co.uk [Online] Disponible en: https://www.telegraph.co.uk/science/2016/09/30/rosetta-the-final-descent/

Hannah Devlin, 2016. “Rosetta probe set to collide with comet 67P as 12-year mission comes to an end”. TheGuardian.com [Online] Disponible en: https://www.theguardian.com/science/2016/sep/30/rosetta-probe-set-to-collide-with-comet-67p-as-12-year-mission-comes-to-an-end-esa

Stephen Clark, 2016. “Live coverage: Rosetta’s final hours”. AstronomyNow.com [Online] Disponible en: https://astronomynow.com/2016/09/30/rosettas-final-hours/

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