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Ancient Origins España y Latinoamérica

Arqueólogos descubren el propósito de los misteriosos Tambores de Folkton: realizar mediciones para la construcción de Stonehenge y otros monumentos megalíticos

Los arqueólogos han anunciado que los Tambores de Folkton, una curiosa colección de cilindros de piedra decorados con 4.000 años de antigüedad que evadieron una explicación durante más de un siglo desde su descubrimiento, fueron utilizados por antiguos constructores para “realizar mediciones.”

Stonehenge es uno de los monumentos prehistóricos más famosos del mundo, situado en Wiltshire, Inglaterra, dos millas (3,22 Km) al oeste de Amesbury. Consistente en anillos concéntricos de imponentes piedras verticales con unos 13 pies (3,96 m) de alto, 7 pies (2,13 metros) de ancho y un peso en torno a las 25 toneladas cada una, cómo aquellos antiguos constructores lograron la exactitud mensurable de Stonehenge siempre ha sido un misterio, hasta ahora.

Stonehenge. (CC0)

Descubriendo el propósito de los Tambores de Folkton

Se ha informado de los nuevos hallazgos en la revista British Journal for the History of Mathematics (“Revista Británica para la Historia de las Matemáticas”), en cuyas páginas se explica que los singulares “Tambores de Folkton”, cubiertos de “intrincadas tallas”, datan de la época del Neolítico. Fueron descubiertos “en la tumba de un niño en 1889”, según un artículo publicado en The Times, y cientos de expertos han fracasado en su intento de encontrar una teoría concluyente para explicar cuál era su finalidad.

Pero ahora, el profesor Mike Parker Pearson, del University College de Londres, y el profesor Andrew Chamberlain, de la Universidad de Manchester, han anunciado que los misteriosos cilindros de piedra eran utilizados para crear cuerdas de “medidas estándar” que posteriormente asegurarían la congruencia en los círculos de piedra y otros monumentos antiguos.

Los Tambores de Folkton. (Administradores del Museo Británico/CC BY NC SA 4.0)

Los investigadores sospechaban que los diferentes perímetros de las piezas podrían revelar algún dato, y estaban en lo cierto. Como informa el Daily Mail, el profesor Chamberlain enrolló cuerdas en cada uno de los tambores y quedó “asombrado” al descubrir que los resultados daban aproximadamente en todos los casos un múltiplo de “0,322 metros - poco más de un pie,” medida que Chamberlain bautizó como “pie largo”. Este método, según el artículo, fue utilizado para “crear los círculos concéntricos de Stonehenge”, y la unidad era “una medida estándar de la Edad de Piedra.”

El profesor Chamberlain sugiere que los tambores eran “medios portátiles de definir una longitud enrollando cuerdas en torno a los cilindros, o tal vez haciéndolos rodar.” El investigador descubrió que, al enrollar cuerda alrededor del cilindro mayor “siete veces”, la medida resultante era de diez pies largos (3,22 metros). A continuación, tras enrollar cuerda “ocho veces” alrededor del mediano y “diez veces” en torno al más pequeño, Chamberlain observó que el resultado obtenido siempre era una cuerda que medía “diez pies largos (3,22 m)”.

Cara superior de uno de los Tambores de Folkton. (Administradores del Museo Británico/CC BY NC SA 4.0)

Métodos para medir desarrollados en latitudes norteñas

Chamberlain asume que “sus resultados no serán aceptados por todos los arqueólogos,” pero los antiguos constructores sin duda debían utilizar instrumentos de medición de algún tipo. El profesor Chamberlain afirmaba al respecto: “No creo que fueran tan estúpidos como para hacer todo el camino con las piedras hasta el lugar, probarlas y descubrir que eran demasiado cortas.” Pero hay muchas más evidencias que respaldan su idea de que estos dispositivos eran mecanismos para realizar medidas con cuerdas.

En el año 2016 publiqué un libro llamado A Twist In Time, un estudio en profundidad de cómo el desarrollo de antiguos oficios para realizar medidas fue el embrión de las ciencias modernas de la ingeniería y la geometría. En el capítulo seis hablo de la metodología de construcción de los círculos de piedra, explicando que si están construidos ‘con una precisión de menos de un grado’ las herramientas de los constructores debían ser capaces de realizar mediciones dentro de esta franja de error.

Las cuerdas se estiran y se encogen dependiendo de la humedad del día, y cada persona mide de forma diferente; estas variables y otras pueden alterar la longitud de una cuerda entre 2 y 4 grados. Así, las gentes del Neolítico debieron utilizar precisas técnicas de impermeabilización y métodos de producción minuciosos en sus cuerdas de medir para haber alcanzado la exactitud mensurable en sus estructuras.

Aunque estos cilindros decorados habrían asegurado a equipos de antiguos constructores que trabajaran en lugares distantes de una obra de construcción la utilización de medidas estándar, el conocimiento real, las antiguas habilidades de medición necesarias para ‘activar’ las cuerdas se desarrollaron en el transcurso de creativos proyectos de ingeniería realizados a principios del Neolítico, en torno al 3200 a. C., en las islas Orcadas, un archipiélago cercano a la costa norte de Escocia.

Con los avances en cordelería y mediciones, un grupo de proto-científicos de las islas Orcadas concibió, diseñó y construyó toda una gama de superestructuras de piedra, entre ellas las Piedras de Stenness, el círculo de piedra del anillo de Brodgar y Maeshowe, un cairn con diferentes cámaras. Durante los siguientes 500 años este conocimiento secreto de cómo preparar las cuerdas para realizar mediciones exactas, y de cómo manejarlas, se trasladó al sur, manifestándose en todo su esplendor en Stonehenge.

Imagen de portada: Tambores de Folkton (Administradores del Museo Británico/CC BY NC SA 4.0) Fondo: Stonehenge. (CC0)

Autor: Ashley Cowie

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.