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Las Lenguas Aborígenes Podrían Revelar Pruebas Científicas del Pasado Único de Australia

La pérdida de las lenguas aborígenes australianas podría complicar el acceso a una información científica realmente única relacionada con la antigua historia geológica de Australia, según una noticia de esta semana aparecida en BBC News.

Las antiguas leyendas aborígenes australianas, transmitidas durante milenios, parecen verificar recientes descubrimientos científicos en cuanto al pasado ancestral de Australia. Por ejemplo, el arte rupestre sugiere un conocimiento antiguo del cielo, incluyendo la creencia en visitas de antiguos astronautas y supone un registro, sin explotar hasta ahora, de la historia natural de las estrellas. La investigación de tal recurso podría hacer revivir los recuerdos de antiguos meteoritos  estrellados hace miles de años, según la investigación de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW).

 

 

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Intrigante arte rupestre Aborigen que representa a los Wandjinas, seres espirituales supremos creadores de la tierra y del hombre.

El Doctor Duane Hamacher del Grupo de Astronomía Indígena de la UNSW ha sido capaz de hallar coincidencias entre determinadas historias aborígenes y la presencia de algunos cráteres provocados por impactos de meteoritos hace 4.700 años. Tales hechos, sucedidos en Henbury, en el Territorio Norte de Australia, se vieron reflejados en las tradiciones locales orales que han sido transmitidas de generación en generación durante milenios.  

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La Reserva de Conservación de Meteoritos de Henbury, 145 kilómetros al suroeste de Alice Springs, en la que se pueden contemplar 12 cráteres provocados por el impacto de meteoritos. Se estima que se estrellaron contra la superficie terrestre hace 4.700 años. Fotografía de W & S Roddom, 2006. (Wikimedia Commons)

Tal y como se cree, la historia indígena Aborigen abarca un período de entre 40.000 a 45.000 años, llegando algunas estimaciones a señalar presencia Aborigen australiana aproximadamente 80.000 años antes de la llegada de los primeros europeos. El número de grupos indígenas aborígenes podría ascender a varios cientos, muchos de los cuales se conocían desde mucho antes de la colonización de Australia por parte de los Británicos, en 1788. El más numeroso de los grupos existentes en la actualidad está formado por la gente de Pitjantjatjara, que vive alrededor de Uluru (Ayers Rock) y se extiende hasta Anangu Pitjantjatjara Yankunytjatjara en la Australia meridional.

Se piensa que en el momento del primer asentamiento europeo en Australia se hablaban aproximadamente 250 lenguas distintas entre los pueblos aborígenes. Considerando que muchas de estas lenguas también habrían tenido sus propios dialectos, el número de potenciales formas lingüísticas podría llegar hasta varios cientos, según los autores Michael Walsh y Colin Yallop.

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Mapa de Australia en el que se muestra la distribución de las diferentes lenguas aborígenes (David R Horton, creator, Credit: Aboriginal Studies Press)

Por suerte los investigadores han sido capaces de recuperar una de estas antiguas lenguas ancestrales, olvidadas hasta ahora por culpa de la colonización europea. La lengua Kauna era hablada por los pueblos aborígenes que habitaban alrededor del área donde actualmente se ubica la ciudad de Adelaida, pero comenzó a desaparecer de Australia meridional a partir de la década de 1860.

Según cuentan las historias de los habitantes de Luritja, un diablo de fuego llegó a la Tierra buscando venganza ante la transgresión de las leyes sagradas. La historia fue transmitida a través de más de 200 generaciones antes de que el lugar donde sucedió dicho acontecimiento fuera finalmente identificado en 1931.

La Reserva de Conservación de Meteoritos de Henbury era considerada antaño como 'un área prohibida' o tabú para los Luritja. Ahora, los científicos han sido capaces de constatar que 'el diablo de fuego' fue en realidad un antiguo meteorito que creó varios cráteres tras impactar contra la tierra de arena roja, con una energía similar a la de una bomba atómica.

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Hierro de meteorito, encontrado en Henbury, Australia, 1931 - Higgins Armory Museum, 2011. Fotografía por Daderot (Wikimedia Commons)

"Las tradiciones aborígenes orales contienen conocimientos detallados sobre el mundo natural", afirmó el Doctor Hamacher, que dirige a un grupo de nueve investigadores de la unidad de programas para los indígenas Nura Gili de la UNSW. "Combinando datos científicos con descripciones de la tradición oral podemos demostrar que muchas de las historias son relatos de acontecimientos sucedidos realmente. Por tanto, las historias aborígenes podrían conducirnos a lugares concretos en los que ocurrieron catástrofes naturales."

Alguno de los más de doce cráteres creados por el meteorito y sus fragmentos tiene hasta 180 metros de diámetro. Cuando los científicos entraron por vez primera en ese área, en 1931, la guía aborigen que habían traído con ellos se negó a seguir adelante. Los ancianos Luritja le contaron más tarde a un residente local que 'el diablo de fuego' quemaría y devoraría a quien quebrantara la ley sagrada.

Los pueblos aborígenes poseen historias de antiguas catástrofes naturales que ahora han demostrado ser auténticas gracias a la investigación moderna. La gente de Gunditjmara por ejemplo, cuenta la historia de  una ola gigantesca que barrió la costa llegando hasta el interior y que mató a todo el que no huyó hacia las montañas.

Cuando el Doctor Hamacher viajó a Victoria con el experto en tsunamis James Goff, también del UNSW, encontró una capa de sedimentos de 2 mm de profundidad en gran número de lugares diferentes a una distancia de entre 500 metros y 1 kilómetro de la costa, lo que indicaba que un antiguo tsunami había barrido aquella área hacía cientos o miles de años. 

Estas y otras historias indígenas podrían ser de gran utilidad para los científicos que investigan la historia y la geología australianas. También revelan una comprensión del universo por parte de las antiguas sociedades, la existencia de la cual jamás fue aceptada anteriormente.

Si todas las lenguas y dialectos aborígenes que hoy por hoy están en claro peligro de desaparición pudieran protegerse y recuperarse, ¿quién sabe lo que nos podrían ofrecer?

Foto de portada: Uluru, también conocida como Ayers Rock, es sagrada para los Pitjantjatjara y los Yankunytjatjara, las tribus aborígenes que habitan el área donde se ubica. Rebosante de manantiales, pozas, grutas y ancestrales pinturas, Uluru está catalogada como Patrimonio de la Humanidad. (Wikimedia Commons)

Autor: Robin Whitlock

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso

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