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Ancient Origins España y Latinoamérica

Después de los 300: la venganza póstuma del rey Leónidas de Esparta

Mitológicamente descendientes del héroe Heracles, la dinastía de los Agíadas de la antigua Esparta reinó junto a los Euripóntidas casi desde el nacimiento de la ciudad-estado. Cuando la guerra llegó a las fronteras de sus tierras, y a las de las ciudades-estado vecinas, fue al actual descendiente Heráclida a quien acudieron aquellas ciudades-estado. Incluso los atenienses, rivales durante largo tiempo de los guerreros espartanos, buscaron al rey agíada de entonces para que les guiara en el tiempo más oscuro de la guerra. Aquel el rey, como era de esperar, era el famoso Leónidas I.

Un rey entre reyes

El mejor recordado de los dos reyes guerreros de la antigua ciudad-estado griega de Esparta, el rey Leónidas I, vivió y reinó entre los siglos V y VI a. C. Su tiempo en el trono fue breve, pero su legado ha perdurado a lo largo de los siglos. Leónidas es el rey al que muchos otros reyes aspiran a emular; el rey Leónidas lo dio todo por defender y proteger a su patria y tierra natal. Llamado por sus aliados para comandar las fuerzas de las ciudades-estado griegas basándose únicamente en su historial militar, se dice que el rey Leónidas intentó proteger a sus soldados, ordenándoles abandonar el campo de batalla para poder luchar un día más. No lo hicieron, como ya podemos adivinar, puesto que eran espartanos; de una u otra forma, los espartanos volvían de la batalla con su escudo (victoriosos), o sobre él (muertos), como decía el conocido proverbio espartano. Las palabras protectoras de Leónidas en la batalla de las Termópilas cayeron en oídos sordos, y los griegos fueron masacrados en aquel día fatídico del 480 a. C.

 ‘Leonidas en las Termópilas’, óleo de Jacques-Louis David (Dominio público)

¿Pero qué pasó después de la masacre? ¿Qué pasó después de la muerte de uno de los líderes militares más grandes de la historia? Sin Leónidas, Esparta se quedaba con un rey de menos; era tradición que dos reyes reinaran en la ciudad-estado, uno de cada una de las dos familias principales, los Agíadas y los Euripóntidas. Con la muerte de Leónidas a manos del ejército de Jerjes, rey de Persia, y su cabeza desfilando ensartada en una lanza, Esparta quedó literalmente ‘descabezada’. ¿Cuál fue el siguiente paso?

La venganza.

Leónidas I de Esparta (CC BY-SA 4.0)

La ira de los dioses

Si uno cree en los antiguos dioses griegos — como hacían claramente las ciudades-estado — es imposible no ver la venganza que aquellos dioses alentaron a través de sus soldados mortales después de la muerte del descendiente de Heracles. Con la muerte del rey Leónidas y el insulto a su persona, fue como si los persas hubiesen pintado una diana de un vivo color rojo sobre sus espaldas, hasta tal punto fueron considerados una provocación a los dioses. A lo largo del año siguiente, persas y griegos combatieron en sus batallas definitivas por tierra y mar, batallas en las que los persas sufrieron de forma continua. Salamina y Platea, dos de las más decisivas victorias griegas, cambiaron oficialmente el curso de la guerra a favor de los griegos. De hecho, el rey Leónidas no podría haber escrito una mejor venganza. Los griegos, que no habían olvidado la masacre de las Termópilas, devolvieron a sus enemigos persas el favor con creces en la batalla de Platea.

Versión romántica de la batalla de Salamina pintada por Wilhelm von Kaulbach. (Dominio público)

El antiguo historiador Herodoto (siglo V a. C.) es una de las fuentes principales sobre esta batalla. Después de un estancamiento en torno al campamento persa construido en Platea, los persas se sintieron involuntariamente (aunque por suerte para los griegos) aliviados por una sensación de victoria. Tras haber cortado a los griegos sus líneas de suministro, los persas creyeron que los pocos griegos que se retiraron para recuperar esas conexiones representaban a todo su ejército; el posterior ataque persa demostró rápidamente lo equivocados que estaban. Los aliados griegos literalmente habían ocupado el terreno elevado, y la derrota de las fuerzas persas, comandadas por Mardonio, fue relativamente rápida. Las fuerzas griegas, si hacemos una interpretación libre de los textos antiguos, se cobró su venganza por la masacre de Leónidas y sus hombres arrasando el campamento persa en Platea. Esa misma tarde, los griegos remataron la faena en la definitiva batalla de Micala.

Monumento al rey Leónidas I en las Termópilas. (CC BY-SA 3.0)

La justa venganza

Podría atribuirse esta “retribución” a algo construido por el hijo del rey Leónidas, Plistarco, destinado a ocupar el trono tras la muerte de Leónidas. En un interesante giro de los acontecimientos, Plistarco era demasiado joven para reinar a la muerte de su padre, y el tutor del niño, Pausanias, fue quien realmente ocupó el segundo trono espartano. Así, las acciones decisivas y en cierto modo brutales llevadas a cabo contra los persas en Platea y Micala podrían o no haber sido un acto de venganza en nombre del padre Leónidas, pero casi sin lugar a dudas lo fueron en nombre del general heráclida que lo sacrificó todo por su hogar y los hogares de sus aliados. (Debemos recordar que Esparta y Atenas solo se llevaron bien cuando unieron sus fuerzas contra el enemigo común persa. Dejaron de lado sus animosidades durante la guerra contra Persia, siguiendo voluntariamente los atenienses a los espartanos y delegando confiadamente los espartanos en los atenienses. Esta alianza se desmoronaría muy pronto al finalizar la guerra contra los persas, pero las acciones de Leónidas resultan aún más inspiradoras al haber conseguido el legendario rey de Esparta que atenienses y espartanos pusieran a un lado sus prejuicios).

Combate entre guerreros griegos y persas en la decoración de una antigua kylix. Siglo V a. C. (Dominio público)

Los Estados Unidos de Leónidas

El sacrificio del rey Leónidas podría no haber sido la batalla que pondría fin a todas las batallas entre griegos y persas, pero sí inspiró sin embargo una gran dosis de “nacionalismo”, un concepto aún no completamente formado en el mundo antiguo. Aunque las ciudades-estado griegas vieron un enemigo común y compartieron un objetivo común por un breve periodo de tiempo, respetaban y valoraban al mismo hombre, patria y cultura aparte. El creciente sentido de unidad que Leónidas inadvertidamente forjó entre espartanos, tebanos, atenienses, etcétera, condujo a una mayor determinación; los griegos no dejaron a ningún enemigo a la vista con vida en Platea y Micala. La victoria de los griegos sobre los persas resonó durante siglos, y el nombre de Leónidas es mucho más recordado que los de los hombres que volvieron a casa con sus escudos en lugar de sobre ellos. Debido a esto (y a la posterior fanfarronería de los atenienses), los espartanos y sus aliados derrotaron con éxito a los atenienses en la guerra del Peloponeso, la siguiente gran batalla en su horizonte.

Imagen de portada: Rey Leónidas, ilustración de David Baldo (deviantart)

Autor: Riley Winters

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

 

Referencias:

Bridges, Emma, Edith Hall and PJ Rhodes. 2007. Cultural Responses to the Persian Wars: Antiquity to the Third Millennium. OUP Oxford.

Cartwright, Mark. 2013. "Leonidas." Ancient History Encyclopedia. https://www.ancient.eu/Leonidas_I/

Herodotus. The Histories. (trans. by A. D. Godley.) Cambridge. Harvard University Press. 1920. https://www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus:text:1999.01.0126:book=9:chapter=10&highlight=pleistarchus

Lendering, Joan. 2017. " Eurypontids and Agiads." https://www.livius.org/articles/dynasty/eurypontids-and-agiads/?

Morris, Ian Macgregor. 2003. Leonidas: Hero of Thermopylae. The Rosen Publishing Group.

Plutarch. "Pleistarchus". In Apophthegmata Laconica. (trans. by Frank Cole Babbitt.) Cambridge, MA. Harvard University Press. London. William Heinemann Ltd. 1931. https://www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus%3Atext%3A2008.01.0197%3Achapter%3D61

Souza, Phillip de. 2014. The Greek and Persian Wars 499-386 BC. Bloomsbury Publishing.