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Portada - Modelo de Australopithecus afarensis basado en los restos fósiles de Lucy. (Public Domain)

Lucy, considerada durante años Madre de la Humanidad

El 24 de noviembre del año 1974 Donald Johanson, Yves Coppens y Tim White encontraron los restos de un hominino hembra de 3,2 millones de años de antigüedad en el yacimiento de Hadar, situado en el valle del río Awash, en Etiopía, en el lugar donde habitaba la tribu Afar.

Dicho descubrimiento destacó especialmente por tratarse del Australopiteco mejor conservado descubierto hasta aquella fecha. De hecho, a través de aquellos fósiles fue posible comprobar que la capacidad para caminar erguido, como los humanos actuales, fue muy anterior al crecimiento del cerebro. Además, el estudio de su dentadura aclaró aspectos fundamentales sobre la evolución de los homininos. Por último, aquellos restos fueron encontrados junto con otros doce individuos de la misma especie, descubriéndose por tanto lo que llegó a llamarse como “la primera familia”.

 

 

Reconstrucción del cráneo de Lucy. Museo de Historia Natural de Basilea, Suiza. (Pbuergler/CC BY-SA 3.0)

Reconstrucción del cráneo de Lucy. Museo de Historia Natural de Basilea, Suiza. (Pbuergler/CC BY-SA 3.0)

Sus descubridores bautizaron a aquel Australopithecus afarensis con el nombre de Lucy porque en el momento del hallazgo estaban escuchando, precisamente, la canción Lucy in the Sky with Diamonds de los Beatles. Hoy, los restos de Lucy se encuentran muy bien protegidos en una caja fuerte de Addis Abeba, capital de Etiopía. Ahora, a través de un último estudio realizado por investigadores de la Universidad de Texas, Estados Unidos, hemos podido saber que la famosísima Lucy murió a los 20 años, tras caer de un árbol.

Tal y como se indica desde la Agencia SINC, lo más factible es que cayera desde una altura de más de 12 metros, golpeándose contra el suelo a más de 56 km/h. De hecho, según el patrón de rotura de los fósiles, la hipótesis de los científicos es que aterrizó con los pies por delante, extendiendo sus brazos también hacia delante y falleciendo rápidamente.

Comparación de las fotografías de la mandíbula de Lucy con sus respectivas tomografías computarizadas (A.L. 288-1i, -1j and -1k). Ilustradas en rojo las fracturas principales en la parasínfisis y regiones subcondilares; en verde, las fracturas en los bordes de los procesos coronoides. (Fotografía: Nature)

Comparación de las fotografías de la mandíbula de Lucy con sus respectivas tomografías computarizadas (A.L. 288-1i, -1j and -1k). Ilustradas en rojo las fracturas principales en la parasínfisis y regiones subcondilares; en verde, las fracturas en los bordes de los procesos coronoides. (Fotografía: Nature)

“Es irónico que el fósil que protagoniza el debate sobre el papel arbóreo en la evolución humana muriera posiblemente de las heridas sufridas en una caída de un árbol”, ha apuntado John Kappelman, profesor de ciencias geológicas en la citada universidad tejana y autor principal del estudio publicado recientemente en la famosa revista Nature.

Kappelman estudió a Lucy durante su recorrido por los museos estadounidenses en el año 2008. Cuando el fósil fue observado utilizando la Instalación Tomográfica de Rayos X de Alta Resolución de su universidad durante 10 días, el equipo logró escanear el 40% del esqueleto hasta crear un archivo digital de más de 35.000 imágenes de tomografía computarizada (TC).

Modelo de Lucy expuesto en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Tokio, Japón. (Momotarou2012/CC BY-SA 3.0)

Modelo de Lucy expuesto en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Tokio, Japón. (Momotarou2012/CC BY-SA 3.0)

"La técnica no es destructiva. Se puede ver lo que hay dentro, los detalles internos y la disposición de los huesos. Lucy es valiosa. Solo hay una Lucy y queremos estudiarla tanto como sea posible”, ha añadido Richard Ketcham, coautor del estudio e investigador asimismo de la Universidad de Texas.

La extraña fractura del húmero

En el transcurso de su investigación, Kappelman observó que el extremo del húmero derecho estaba fracturado de una manera que raramente se ve en fósiles: conservaba cortes afilados y limpios con pequeños fragmentos de huesos y astillas:

“Ese tipo de fractura es resultado de una mano que toca el suelo durante una caída, que hace que impacten los elementos del hombro hasta crear una marca única en el húmero”, ha explicado el investigador.

Imágenes del húmero proximal derecho de Lucy (A.L. 288-1m) en las que se observan los fragmentos de la cabeza y diáfisis del húmero segmentados mediante tomografía computarizada. En la hilera superior, reconstrucción de la porción proximal de la cabeza del húmero en la que también aparece corregida la fractura espiral de la diáfisis (azul oscuro). En la hilera inferior, el hueso tal y como fue descubierto. El impacto comprimió el húmero proximal contra la glenoides escapular, actuando ésta como un yunque que en el momento del impacto fracturó y destrozó los componentes del húmero proximal, entre ellos la cabeza, diáfisis y tuberosidades mayor y menor. (Imagen: Nature)

Imágenes del húmero proximal derecho de Lucy (A.L. 288-1m) en las que se observan los fragmentos de la cabeza y diáfisis del húmero segmentados mediante tomografía computarizada. En la hilera superior, reconstrucción de la porción proximal de la cabeza del húmero en la que también aparece corregida la fractura espiral de la diáfisis (azul oscuro). En la hilera inferior, el hueso tal y como fue descubierto. El impacto comprimió el húmero proximal contra la glenoides escapular, actuando ésta como un yunque que en el momento del impacto fracturó y destrozó los componentes del húmero proximal, entre ellos la cabeza, diáfisis y tuberosidades mayor y menor. (Imagen: Nature)

Ante tal hallazgo, el investigador consultó con Stephen Pearce, cirujano ortopédico, quien confirmó las sospechas de Kappelman: la lesión era compatible con una fractura de húmero proximal en cuatro partes, provocada por una caída desde una altura considerable que Lucy intentó amortiguar estirando el brazo. Asimismo, el estudio ha identificado fracturas similares, aunque menos graves, en el hombro izquierdo, y otras a lo largo de todo el esqueleto, incluidas roturas en el tobillo derecho, en la rodilla izquierda y en la pelvis. También observaron una prueba aún más sutil: la fractura de la primera costilla, coherente con una caída.

Al no haber ninguna evidencia de curación, Kappelman concluyó que las roturas se produjeron en un momento próximo a la muerte. También argumenta que, debido a su pequeño tamaño, –medía poco más de un metro de estatura y pesaba unos 27 kg– Lucy probablemente se alimentaba y buscaba refugio por la noche en los árboles.

Reconstrucción de Lucy expuesta en el Museo de Historia Natural de Washington D. C., Estados Unidos. (Mpinedag/CC BY-SA 3.0)

Reconstrucción de Lucy expuesta en el Museo de Historia Natural de Washington D. C., Estados Unidos. (Mpinedag/CC BY-SA 3.0)

Asimismo, el investigador conjetura que debido a su condición tanto terrestre como arborícola, las características que permitían a Lucy moverse de forma eficiente en el suelo podrían haber comprometido su capacidad para trepar a los árboles, lo que la habría predispuesto a caídas frecuentes. En palabras del propio Kappelman:

Cuando las múltiples heridas de Lucy salieron a la luz por primera vez, su imagen apareció en mi retina y sentí empatía en un salto a través del tiempo y el espacio. Lucy ya no era simplemente una caja de huesos, su muerte la convirtió en un individuo real, un cuerpo pequeño, roto e indefenso en la base de un árbol.

Imagen de portada: Modelo de Australopithecus afarensis basado en los restos fósiles de Lucy. (Public Domain)

Autor: Mariló T.A.

Imagen de Green Fairy

Mariló T.A.

Escritora freelance, bloguera y especialista en redes sociales, Mariló trabaja y colabora desde hace años en diversos medios de comunicación online. Apasionada de la naturaleza, los animales, la fotografía, la ecología, el biodinamismo, la espiritualidad, las civilizaciones antiguas, los viajes... Lee mas
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