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Monolito de Caral-Supe, llamado Huanca, con las pirámides al fondo (Foto: Håkan Svensson/Wikimedia Commons)

La antigua ciudad de Caral-Supe en Perú y su asombrosa tecnología de hace 5.000 años

En un paradójico contraste, arquitectos que hacen uso de una avanzada y moderna tecnología para diseñar edificios vanguardistas están fijándose en el centro de la civilización más antigua de toda América para su inspiración: la ciudad de Caral-Supe, en Perú. Este lugar, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, presenta unos avanzados diseño e ingeniería que, de ser replicados, podrían ayudar al hombre moderno a vivir en armonía con la naturaleza y consigo mismo.

“La Unión Internacional de Arquitectos se ha reunido en Caral-Supe, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO [días 6-8 de noviembre del 2015] y ha firmado un documento al que ha llamado Carta de Caral, reconociendo a esta antigua ciudad como ejemplo de planificación urbana sostenible y vida en armonía con la naturaleza,” leemos en un artículo de Phys.org acerca de la conferencia.

 

 

La ciudad de Caral-Supe ocupa una superficie de 626 hectáreas y fue fundada en torno al 3000 a. C. sobre una árida meseta que domina el valle del río Supe en los Andes, cerca de la costa occidental de Perú. No se ha hallado en la ciudad signo alguno de guerra o violencia. Además, el verde valle y sus fértiles terrenos no fueron ocupados, quedando deshabitados. Las gentes de Caral optaron por vivir en la meseta desértica, menos sensible desde un punto de vista ecológico.

Según los arqueólogos, la ciudad probablemente fuera el lugar de nacimiento de la lengua Quechua, y por tanto su influencia debió extenderse a Macchu Pichu y a los geoglifos de Nazca.

Los residentes de Caral-Supe vivían sobre una meseta desértica que dominaba el valle del río Supe, verde durante gran parte del año por la presencia de vegetación. Los investigadores creen que esta decisión obedeció a la voluntad de conservar en la medida de lo posible el ecosistema del valle. (Foto: Håkan Svensson/Wikimedia Commons)

Los residentes de Caral-Supe vivían sobre una meseta desértica que dominaba el valle del río Supe, verde durante gran parte del año por la presencia de vegetación. Los investigadores creen que esta decisión obedeció a la voluntad de conservar en la medida de lo posible el ecosistema del valle. (Foto: Håkan Svensson/Wikimedia Commons)

Aunque los habitantes de Caral no conocían la cerámica y sus manifestaciones artísticas eran más bien modestas, erigieron grandes monumentos, como pirámides, plazas, anfiteatros, templos y áreas residenciales, hicieron uso de la agricultura extensiva, se alimentaban de una dieta variada, desarrollaron la fabricación de tejidos, empleaban un complejo sistema para realizar cálculos y registrar anotaciones, construyeron un sistema de abastecimiento de agua y desarrollaron un intrincado sistema de irrigación. Comerciaban ampliamente con las culturas vecinas, llegando como mínimo hasta la jungla amazónica, como evidencian sus grabados en los que aparecen monos.

Los restos de la Ciudad Sagrada de Caral, Perú.

Los restos de la Ciudad Sagrada de Caral, Perú. Imagen original

Curiosamente, no se ha hallado prueba alguna de guerras o batallas en Caral: ni estructuras defensivas, ni armas, ni cuerpos con heridas violentas. Los arqueólogos creen que las gentes de Caral eran una cultura pacífica que pasaba un tiempo considerable estudiando el firmamento, practicando su religión y tocando instrumentos musicales.
 

“Esta es la más antigua civilización jamás descubierta en América, y sin duda, uno de los más antiguos centros civilizados del mundo, casi tanto como Mesopotamia y Egipto,” ha declarado a la Agencia France-Presse la arqueóloga Ruth Shady, que inició sus investigaciones en este lugar en 1996. La ciudad estuvo habitada en dos ocasiones entre el 3000 a. C. y el 1800 a. C., siendo abandonada a causa de una sequía y más tarde cubierta, y por tanto conservada, por la arena transportada por el viento.  

“Esta civilización alcanzó cotas de gran esplendor y prestigio,” declaró la Dra. Shady a la Agencia France-Presse. “Aquí hay un mensaje para el mundo: Éste era un lugar en armonía con la naturaleza, protector del planeta y de las relaciones interculturales.”

Plaza circular de Caral-Supe (Foto: Håkan Svensson/Wikimedia Commons)

Plaza circular de Caral-Supe (Foto: Håkan Svensson/Wikimedia Commons)

Los residentes de la ciudad desarrollaron un estado sociopolítico pleno que tuvo un impacto sobre los asentamientos del valle de Supe e incluso más allá, según la UNESCO. Los arqueólogos encontraron también en la ciudad un quipu, instrumento que utilizaba un código de cuerdas y nudos para registrar datos y anotaciones y al que se considera un signo de una sociedad avanzada.

“El diseño de los componentes arquitectónicos y espaciales de la ciudad es magistral, y los montículos de la plataforma monumental y los ruedos circulares excavados en el terreno son poderosas e influyentes expresiones de un estado consolidado,” leemos en la reseña de la UNESCO sobre Caral-Supe.

Las gentes de Caral fabricaban flautas con huesos de cóndores y pelícanos (Imagen original)

Las gentes de Caral fabricaban flautas con huesos de cóndores y pelícanos (Imagen original)

José Arispe, destacado arquitecto peruano y asesor de la Unión Internacional de Arquitectos, ha confesado que se maravilla de los logros de la ingeniería de los antiguos peruanos. Utilizaban conductos de aire para avivar los fuegos que ardían durante los ritos religiosos empleando un sistema basado en lo que los físicos llaman el efecto Venturi, que aprovecha la disminución de presión que tiene lugar en un fluido cuando éste pasa a través de un espacio más estrecho que aquel en el que se encontraba. Los antiguos habitantes de Caral-Supe idearon esta asombrosa tecnología y construyeron su arquitectónicamente avanzada ciudad utilizando herramientas sencillas.

Un grupo de arquitectos japoneses tiene intención de incorporar a sus trabajos los diseños de los edificios que protegían a los antiguos habitantes de Caral de los terremotos. Las gentes de Caral sabían que su ciudad estaba construida sobre una zona sísmica, así que colgaban sus casas en el interior de cestas cargadas con piedras que disipaban los movimientos del terreno e impedían su derrumbe.

La carta de esta asociación de arquitectos, que representa a 124 naciones, será leída el mes que viene en la conferencia del clima de las Naciones Unidas que tendrá lugar en París. Allí, los países del mundo intentarán llegar a un acuerdo para reducir sus emisiones de carbono, que según los científicos están provocando el calentamiento global en el mundo. Quizás los líderes mundiales, que también hacen la guerra, puedan entonces aprender de la sabiduría de este avanzado pueblo, que vivía en perfecta paz y armonía con sus vecinos y con su entorno.

Imagen de portada: Monolito de Caral-Supe, llamado Huanca, con las pirámides al fondo (Foto: Håkan Svensson/Wikimedia Commons)

Autor: Mark Miller

Traducción: Rafa García

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

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Mark Miller

Mark MillerEs un escritor de Ancient-Origins. Tiene una licenciatura en periodismo, es editor y escritor de periodicos y revistas, desde mucho se interesa de la antropología, la mitología y la historia antigua. Sus hobbies son escribir y dibujar. Lee mas
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