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Sugerencias medievales para el día de San Valentín

Había dos santos con el nombre de Valentín venerados el 14 de febrero en la época medieval. Ambos habían sido supuestamente sacerdotes cristianos que cayeron en desgracia ante ciertos gobernantes romanos aficionados a cortar cabezas. Pero hay poco en las antiguas leyendas de estos santos que sugiera una exitosa carrera póstuma como asistentes de Cupido. De modo que no buscaremos pistas entre ellos.

Fue probablemente Geoffrey Chaucer quien echó a rodar la bola de nieve de San Valentín. En su Parliament of Fowls, (“Parlamento de las aves”), Chaucer imagina a la diosa Naturaleza emparejando a todas las aves para el año que llega en el “día de San Valentín”.

 

 

En primer lugar tenemos al águila hembra, majestuosa como una reina. Es cortejada larga y detenidamente por nobles aves de presa, para gran disgusto de patos y cucos, además de otras aves de baja categoría (ansiosas de proseguir sus actividades amatorias):

‘¡Vamos!’ gritaron, ‘¡Qué desgracia! ¡Nos ofendéis!
¿Cuándo acabarán vuestros malditos ruegos?’

¿Pero por qué razón habría de elegir Chaucer un día de febrero para su reunión de aves? Las aves de Inglaterra no están precisamente en su momento cumbre en esta época del año, ni siquiera con el calentamiento global. Quizás pensaba en el oscuro San Valentín que se celebraba en Génova el mes de mayo. Pero el Valentín festejado el 14 de febrero era más conocido, y esa fue la fecha que quedó fijada para el futuro. Por supuesto, en lo tocante a los asuntos del corazón, difícilmente podemos esperar que triunfe la razón.  

De la ficción a los hechos

Pero la verdad es que este confuso origen no importó mucho. Para principios del siglo XV, las amorosas aves del poema de Chaucer ya no eran las únicas que cantaban con el corazón desbordado el día de San Valentín.

Según su carta fundacional, una sociedad conocida como la “Corte del Amor” fue creada en Francia en el año 1400 como distracción ante un brote de peste especialmente virulento. Este curioso documento estipula que cada 14 de febrero “cuando los pájaros reanudan su dulce canto” (¿estáis seguros de eso, chicos?), sus miembros se reunirían en París para celebrar un espléndido banquete. Los invitados masculinos debían presentar en él una canción de amor compuesta por ellos mismos y que sería juzgada por un jurado enteramente femenino. Sin duda un esfuerzo mayor del que requiere Tinder. Pero si lo que realmente quieren es esforzarse…

Detalle de una miniatura del siglo XV en la que se observa una ‘corte de amor’ alegórica (Royal 16 F II, f. 1) Biblioteca Británica

Detalle de una miniatura del siglo XV en la que se observa una ‘corte de amor’ alegórica (Royal 16 F II, f. 1) Biblioteca Británica

No hay pruebas de que la Corte de Amor se reuniera tan a menudo como tenía previsto (sus actas aconsejaban reuniones mensuales además de las festividades del 14 de febrero). Pero no parece que se tratara de una mera ficción poética. Con un total de unos 950 miembros, los participantes en estas actividades constituían una muestra bastante representativa de la sociedad de la época, desde el rey de Francia a la petite bourgeoisie. El romanticismo del día de San Valentín ya no quedaba reservado únicamente a las águilas y demás rapaces.

Las celebraciones actuales del 14 de febrero dedicadas al amor son pues, al parecer, el resultado de las actividades de un grupo de hombres y mujeres medievales que imitaron al arte en su vida. De ser así, su mimetismo no era necesariamente algo ingenuo. Al presentarnos de esta forma tan poética los rituales de cortejo de las aves, el Parlamento de las aves de Chaucer proponía a sus lectores que juzgaran las diferencias entre su cortejo “artístico”, descrito en el poema, y el “natural” propio de las aves. Textos como éste ayudaban al público medieval a comprender su identidad como un resultado de la cultura de su época. Y en este sentido, también pueden ayudarnos a nosotros aún en nuestros días.

Cuatro consejos medievales para el día de San Valentín

En este cofrecillo del siglo XIV podemos observar una escena en la que un hombre entrega su corazón a la Dama del Amor. (Museo Metropolitano de Nueva York)

En este cofrecillo del siglo XIV podemos observar una escena en la que un hombre entrega su corazón a la Dama del Amor. Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (www.metmuseum.org)

Desde un punto de vista más práctico, la literatura medieval puede servirle de ayuda si aún está buscando un regalo para alguien especial en el día de San Valentín. Olvídese de las espectaculares joyas; aquí tiene prendas de amor para todos los bolsillos:

¿Busca reavivar la llama de su relación? En su Arte del Amor Cortés, escrito en el siglo XII, Andreas Capellanus sugiere que le compre a su pareja una palangana. ¿Quién necesita un perfume caro cuando un buen lavado puede dar resultado igualmente?

¿Ha pensado en personalizar las ropas de su amado/a? Añádales cierres que solo usted sepa cómo abrir y ya tiene un cinturón de castidad instantáneo. (Consulte los Relatos del Siglo XII de Marie de France si desea encontrar consejos sobre las prendas idóneas para ello.)

Como alternativa, recicle una de las viejas camisas de su amado cosiéndoles mechones de sus propios cabellos. A juzgar por la reacción de Alejandro en el romance del siglo XII Cligés, de Chrétien de Troyes, no volverá a ponerse otra cosa. (Lavar a mano solamente).

Y por si todo lo anterior no fuera lo suficientemente romántico, siempre puede seguir el ejemplo de Le Chastelain de Couci, quien según su biografía del siglo XIII entregó literalmente su corazón a su amada. (Puede producir efectos secundarios no deseados)

Consejo final: añada a los regalos ya mencionados un cierto contexto histórico y literario y existirá alguna posibilidad de que su amado/a no le mire como si estuviera empuñando un hacha.

El artículo ‘Some top tips for Valentine’s day … from Medieval lovers’ escrito por Huw Grange fue publicado originalmente en The Conversation y ha sido publicado de nuevo en Ancient Origins bajo una licencia Creative Commons.  

Imagen de portada: Amor medieval en un manuscrito del siglo XIV. Codex Manesse (Cod. Pal. germ. 848, f. 249v).  

Imagen de ancient-origins

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