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Ancient Origins España y Latinoamérica

La auténtica razón por la que los antiguos indoeuropeos realizaban sacrificios humanos

El objetivo final de los antiguos sacrificios indoeuropeos, modelado por el sacrificio cósmico del Purusha [el hombre cósmico cuyo sacrificio realizado por los dioses creó toda vida] …debería haber significado la liberación del ser de las ilusiones del tejido material en el que está enredado y la dirección de la energía del hombre hacia la consciencia divina.

El ritual protovédico del sacrificio humano: ¿posible sustituto del autosacrificio?

Esta liberación es el principal objetivo de la ascesis yóguica, la cual supone, como ha apuntado J. C. Heesterkman, la internalización del sacrificio. Al ser el propósito principal de un sacrificio que de hecho es un auto-sacrificio, el sacrificio de un ser humano que tiene lugar en el Purushamedha protovédico [ritual Śrauta de sacrificio humano] habría sido realizado originalmente como un sustituto del sacrificio del propio sacrificador, al identificarse éste en todos los sacrificios védicos con la víctima. Como afirma Heesterman: “el autosacrificio es un tema casi ubicuo en los textos brahmánicos rituales, equiparándose regularmente la víctima, además del resto de ofrendas, con el sacrificador”. Ésta es la razón por la que la víctima en el Purushameda era en un principio exclusivamente un brahmán o un kshatriya, ya que solo estas dos castas estaban cualificadas para actuar como representantes del Purusha y realizar sacrificios.

El Lokapurusha u ‘hombre cósmico’ (Dominio público).

La fuerza fálica

Al mismo tiempo, la víctima sacrificial es siempre un varón, ya que solo su energía puede sustituir la fuerza fálica del Purusha que llena el universo con su vida. Observaremos en nuestro estudio de las bases cosmológicas de los antiguos sacrificios que toda la evolución del universo material surge a partir de repetidas castraciones (y conservaciones) del falo divino, primero en el reino ideal del Purusha, a continuación en el primer cosmos del Brahmán y, finalmente, en el universo material, como el Árbol de la Vida que brota del inframundo y extiende sus ramas hasta los cielos.

Si lo más importante del Purusha es su fuerza fálica, como es evidente también en el relato hesiódico de la castración de Urano por Cronos, es probable que el sacrificio original se centrara en el falo de la víctima, como observamos por ejemplo en la veneración del pene del caballo semental sacrificado entre los antiguos pueblos nórdicos. De forma similar, en la ceremonia Equus October de la antigua Roma se daba muerte a un caballo de carreras y su cola (haciendo sin duda las veces de su pene) era llevada a la Regia.

Cronos castra a Urano (Dominio público)

En el antiguo Egipto, la castración de Ra está representada como una auto-castración. Hu, la expresión intelectual y su consorte Sia, la intuición, según se puede leer en un comentario del Imperio Nuevo al Libro de los Muertos, serían “la sangre que cayó del falo de Ra cuando se mutiló a sí mismo.” Al corresponderse la castración de Ra con la castración de Anu en la épica hurrita La Realeza en el Cielo, y también con la castración de Prajāpati por Shiva, podemos asumir que este acontecimiento precede a la formación del Huevo Cósmico que en los Purānas nace de la semilla de Prajāpati/Shiva. Ésta podría haber sido también la fuente de la práctica observada en algunos rituales de la religión dionisíaca que incluirían automutilaciones. 

Templo Linga de Hampi (CC by SA 3.0). El Lingam representa la fuerza fálica.

Animales sacrificados representados por el falo divino

Con el paso del tiempo, sin embargo, la víctima humana fue sustituida por animales que igualmente representaban la energía del falo divino, es decir, un caballo o un toro, y finalmente por animales más pequeños como ovejas y cabras. En todos los casos, no obstante, el significado original del sacrificio como autosacrificio nunca se olvida, como revelan muchos de los procesos de los sacrificios védicos, así como muchos de los cantos védicos que los acompañan. El propósito espiritual de un sacrificio es de hecho el control de la energía sexual para convertirlo en energía espiritual encaminada a alcanzar el estado “sátvico” ideal del Purusha, es decir, el de la deidad solar Vishnu.

Con el paso del tiempo, la víctima humana de los sacrificios fue sustituida por animales (Wellcome Library, Londres)

La ingestión del falo divino

Cabe reseñar además que el sacrificio fálico del Purusha ideal se repite en el cosmos manifestado, ya que un sacrificio así es necesario para la transferencia del poder divino a nuestro Sistema Solar. El segundo sacrificio implica la destrucción de Brahmán/Prajāpati por su hijo Ganesha (Zeus/Seth) y la ingestión del falo divino por este último para que el universo entero y su luz pasen a su cuerpo.

Seth es visto, por ejemplo, en el ritual egipcio de la Apertura de la Boca, como un dios que ha sido castrado o asesinado, ya que se da muerte a un toro que representa a Seth y su muslo es utilizado para revivir al difunto Osiris. En la ciudad de Saka, Seth como toro se somete a la automutilación, y en el Papiro d’Orbiney, Seth (llamado Bata en Saka) se castra a sí mismo al parecer con la intención de evitar las insinuaciones sexuales de su cuñada, y a continuación se exilia en tierra extranjera. Éste es claramente el origen de los ritos del Atis frigio mencionados en el De Dea Syria de Luciano. En la ceremonia de la Apertura de la Boca, cuando se realizaba en estatuas de dioses, el “muslo” representaba también los genitales divinos –que, según la cosmogonía órfica, Zeus (Seth) habría ingerido tras haber sido cortados de Urano por el padre de Zeus, Cronos. De este modo, no resulta sorprendente que los genitales (“el muslo”) de Seth sean presentados para revivir al moribundo Osiris con su vida y su luz. Según los mitos titulados ‘Las contiendas de Horus y Seth’, los conflictos entre ambos dioses incluirían la violación de Horus el Joven por Seth y la posterior castración de Seth por parte de Horus. Todos estos incidentes se centran en la importancia del falo divino como vida y luz del naciente universo.

Ceremonia egipcia de la Apertura de la Boca. Relieve de la tumba de Renni (kairoinfo4u / flickr)

Transformación de la fuerza solar

Las transformaciones de la fuerza solar que son narradas en la mitología se centran en el fuego que es objeto de veneración en los rituales arios. De hecho, los textos védicos revelan un conocimiento más que científico tanto de las diversas formas de calor que impregnan el microcosmos humano como de las diferentes partes de las llamas del fuego externo. Tal comprensión claramente no es el resultado de las luchas libradas entre los guerreros, sino de la sobrenatural disciplina yóguica que imbuía la religión de los brahmanes y se identifica no solo con los sabios, sino también con los “magos”. Ésta es por supuesto la razón por la que el término “magi” utilizado por sus equivalentes iranios se ha equiparado desde hace tiempo con los “magos”.

El sacrificio indoeuropeo era considerado importante no solo para la liberación espiritual del sacrificador, sino también para el renacimiento solar que el ritual permite al sacrificador experimentar como brahmán, o como alguien que ha descubierto la virtud solar en su alma, de igual forma que la muerte de Osiris es seguida por su resurrección en nuestro universo bajo la forma del Sol. En el sacrificio indio de caballos, práctica conocida como Ashvamedha, por ejemplo, el caballo representa la rueda que ha sido perdida y debe ser recuperada. De este modo, en el Satapatha Brahmana XIII,3,1,1 podemos leer:

El ojo de Prajâpati se hinchó; se desprendió: así fue producido el caballo; y debido a que se hinchó (ashvayat), ese es el origen y la naturaleza del caballo (ashva). Por medio del Ashvamedha los dioses lo restituyeron a su lugar; y ciertamente quien realiza el Ashvamedha completa a Prajâpati, y él mismo se vuelve completo; y ésta, sin duda, es la redención de todo, el remedio para todo.

En el ashvamedha, sacrificio indio de caballos, el caballo representa al sol que se ha perdido y debe ser recuperado

Este es el mismo significado que observamos también en los ritos funerarios de Osiris, en especial en el ritual de Apertura de la Boca. De hecho, el asalto a la fuerza solar por parte de Seth es denominado el daño o robo del “ojo de Horus” [el sol] que debe ser restituido a Horus el Viejo / Osiris.

La creencia en el renacimiento espiritual y la inmortalidad

Al realizar un sacrificio, el sacrificador es capaz no solo de alcanzar un renacimiento espiritual, sino también de este modo de superar a la propia muerte y alcanzar la inmortalidad. Como apunta Heesterman, “En el sacrificio se aúnan los dos polos opuestos del ritmo cíclico del cosmos, nacimiento y muerte, ascenso y descenso, concentración y dispersión.” Y de hecho es un sacrificio que hace a los propios dioses inmortales, al darse cuenta de que su ser esencial es inmortal. Según el Satapatha Brahmana XI,2,3,6, “En el principio, de hecho, los dioses eran mortales, y solo cuando fueron poseídos por el Brahmán se hicieron inmortales.” Esto se conseguía por medio de un énfasis en el fuego vital que habita el interior del hombre, además del exterior. Como revela claramente el Satapatha Brahamana II,22,8 ss., en un primer momento los dioses observaron que solo Agni, el fuego, era inmortal, por lo que buscaron, mediante austeridades y oraciones, implantar el fuego en su interior y de este modo volverse inmortales. Podemos ver que el ser inmortal que debe revelarse está relacionado principalmente con aquel fuego divino, Agni. El sacrificio es también un medio de dar sustento a la inmortalidad de los dioses para que éstos puedan a su vez bendecir al sacrificador humano con dones como la lluvia, la comida, la salud, etc.

Finalmente, como declara el Satapatha Brahmana XIV,32,1, “el sacrificio es la esencia de todos los seres y todos los dioses”. El sacrificador que realiza el sacrificio para servir a los poderes externos macrocósmicos de los dioses es denominado devayājin. El sacrificador que exclusivamente se dirige al Ser (ātman) es un ātmayājin (Satapatha Brahmana XI,2,6,13). Y, como señala Heesterman:

Lo que distingue al auto-sacrificador es su conocimiento – es decir, el conocimiento de la equivalencia entre el ritual y el ser … Así pues, se libera de su cuerpo mortal, del mal, y construye con el Rig-veda, el Yajur-veda y el Sāmaveda, y con sus oblaciones, un cuerpo trascendental … Este cuerpo trascendental no es otro que el ātman del autosacrificador, el antiguo puruşa que ya no vuelve a ser sometido a sacrificio, sino que ha sido dominado e integrado.

Imagen de portada: El Purusha u ‘hombre cósmico’ tiene mil cabezas y penetra la tierra y el universo entero en todas direcciones. (In The Vedas)

Autor: Alexander Jacob

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

 

Referencias:

J.C. Heesterman, “Reflections on the significance of the Daksina”, Indo-Iranian Journal 3 (1959), p.245.

Hesiod, Theogony, I, 170ff.

J. Mallory and D.Q. Adams, Encyclopedia of Indo-European Culture, p.330.

M. Sandman-Holmberg, The God Ptah, Lund: C.W.K. Gleerup, 1946, p.42.

H. te Velde, Seth God of Confusion : A Study of his Role in Egyptian Mythology and Religion, Leiden: E.J. Brill, 1967, p.41.

Lucian, De Dea Syria, The Syrian Goddess, tr. H.W. Attridge and R.A. Oden, Missoula, MT; Scholars Press, 1976, p.23).

Book of the Dead, Ch.113; see S. Mercer, Horus Royal God of Egypt, Grafton, MA: Society of Oriental

Research, 1942, p.74; cf. H. Te Velde, op.cit., p.58.