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Marduk-apla-iddina II (izquierda) rey de Babilonia en el año 715 antes de Cristo, tal y como se representa en un monumento conmemorativo de una concesión de tierra real (kudurru). Vorderasiatisches Museo de Berlín, VA 2663. Reproducido de L. Jakob-Rost et al, Das Vorderasiatische Museum, Mainz 1992, fuente 109. Imagen:. University College de Londres

El antiguo festival akitu y la humillación del rey

El festival Akitu era uno de los festivales más antiguos de Mesopotamia, remontándose hasta mediados del tercer milenio antes de Cristo. Fue durante este evento ceremonial que duraba doce días y que comenzaba durante la primera luna nueva tras el equinoccio de primavera de marzo/abril, cuando se estableció una tradición única, que tenía lugar con el fin de humillar al rey y recordarle su papel al servicio de la voluntad del dios Marduk para, así, ocuparse de forma adecuada de su pueblo. El sacerdote principal despojaba al rey de sus galas y con fuerza lo abofeteaba. Los babilonios creían que con el rey bañado en lágrimas, Marduk le bendeciría permitiéndole ser rey durante otro año más.

En un destacado artículo sobre la antigua tradición de abofetear al rey, The Jerusalem Post explica:

 

 

Resulta interesante observar cómo un gran monarca de Babilonia como Nabucodonosor II (605-562 AC), conocido en nuestras crónicas como el destructor de Judea y del Templo de Jerusalén en el año 597 AC, el poderoso conquistador de todo el mundo antiguo, al que se consideraba rey de reyes, se sometía de buena gana y con mansedumbre, una vez al año, a un procedimiento tan humillante.

Sin embargo, la humilliación ceremonial del poder del rey se consideraba un procedimiento vital para reafirmar el vínculo entre el pueblo y los dioses, quedando dicho pueblo representado por el rey durante el ritual celebrado en el templo.

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Frontal de la base del trono de Salmanasar III de Asiria, que muestra al rey asirio y a Marduk-zakir-Šumi I de Babilonia dándose la mano en una exhibición pública de amistad. Desde Kalhu. Museo de Irak, IM 65574. Fuente de la imagen: University College de Londres

El festival Akitu estaba dedicado al renacimiento del dios sol Marduk: uno de los principales dioses del panteón babilónico, creador del mundo desde el caos. Para evitar que el dios del caos recuperase el control, la ceremonia del Año Nuevo escenificaba la victoria original de Marduk sobre las fuerzas de la destrucción. Comenzando con una gran procesión donde participaban el rey, miembros de su corte, sacerdotes y las estatuas de los dioses, todos pasaban por la Puerta de Ishtar y por la Vía Procesional junto al templo Akitu, dedicado a Marduk.

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El Festival Akitu comenzaba con una gran procesión a través de la Puerta de Ishtar hacia el templo de Marduk. Fuente de la imagen.

Durante el cuarto día del festival, el rey se enfrentaba a su juicio. El sumo sacerdote saludaba al rey antes de quitarle temporalmente su corona y sus insignias reales. Luego lo arrastraba por las orejas hasta la imagen de Bel, frente a la que estaba obligado arrodillarse. Acto seguido, el rey debía rogar por alcanzar el perdón divino al tiempo que debía prometer no ser negligente a la hora de desempeñar sus funciones monárquicas.

“La lista de promesas y garantías del rey era larga, y contenía todo lo que el clero y la gente común, por lo general, exige a sus gobernantes”, describe una vez más The Jerusalem Post:

Sólo después de que el rey terminaba con la lista de garantías, bien preparada de antemana, el sumo sacerdote lo golpeaba con fuerza en la mejilla, con la mano abierta y lo más fuerte posible. El golpe tenía que ser decisivo y potente, pues según la tradición las lágrimas tenían que fluir de los ojos del rey, como indicación de que Bel (y su esposa Beliya) se mostraba contento, presagio que aseguraría el éxito futuro del rey y la prosperidad del país.

Además, un flujo constante de lágrimas aseguraba también la prosperidad del sacerdote y del pueblo, devolviéndose al rey a continuación la corona y toda su majestad. Además de ser un medio para lograr la aprobación de los dioses, la bofetada se utilizaba para recordar al rey la necesidad de ser humilde y de permanecer centrado en sus deberes y obligaciones con su pueblo y sus dioses.

“Sin embargo, la humillación del rey durante el ritual de Año Nuevo sirve como un doble propósito. Demostraba al rey que sin su corona, la espada y el cetro no era más que otro simple mortal, cuya suerte dependía de los dioses poderosos y de sus humildes servidores”, puntualizan desde The Jerusalem Post.

El festival Akitu se mantuvo a lo largo de todo el período seléucida (312-63 a.C.) y durante la época del Imperio Romano. El emperador romano Heliogábalo (r. 218 a 222), que era de origen sirio, incluso presentó el festival en Roma. En la actualidad aún existe una serie de festivales contemporáneos de primavera en Oriente Próximo. Así, los iranís tradicionalmente celebran el 21 de marzo como Noruz ("Nuevo Día”).

En algún momento a lo largo del tiempo, la tradición de las bofetadas al rey cayó en el olvido pese a la gran importancia que debía tener esta  ceremonia.

Imagen de portada: Marduk-apla-iddina II (izquierda) rey de Babilonia en el año 715 antes de Cristo, tal y como se representa en un monumento conmemorativo de una concesión de tierra real (kudurru). Vorderasiatisches Museo de Berlín, VA 2663. Reproducido de L. Jakob-Rost et al, Das Vorderasiatische Museum, Mainz 1992, fuente 109. Imagen:. University College de Londres

Autor: Joanna Gillan

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Joanna Gillan

Joanna Gillan es copropietaria, editora y escritora de Ancient Origins. Por razones de privacidad, anteriormente ha escrito en Ancient Origins con el seudónimo de April Holloway, pero ahora está eligiendo usar su nombre real. Joanna completó una licenciatura en ciencias (psicología)... Lee mas
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