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Portada-Esta postal, publicada entre 1930 y 1945, muestra a un indio Pueblo sosteniendo en sus manos una vasija de Cerámica Negra de San Ildefonso. (Wikimedia Commons)

En 1680, los indios Pueblo expulsaron a los españoles de Nuevo México y aseguraron la supervivencia de su cultura

El pasado 10 de Agosto del 2015 se cumplió el 335º aniversario de la rebelión de los indios Pueblo, gracias a la cual expulsaron a los usurpadores y torturadores españoles de Nuevo México. Los indios Pueblo de la actualidad lo llaman el día de la Independencia. Aunque los españoles regresaron y volvieron a someterlos 12 años más tarde, los Pueblo fueron capaces de reestablecer y conservar su cultura y su religión, que han perdurado hasta el día de hoy. Ninguna otra rebelión de Nativos Americanos ha sido tan exitosa como la de los indios Pueblo en 1680, ni antes ni después de ella.

Los Pueblo son una etnia Nativo Americana que se concentra en torno a la región de Four Corners del sudoeste de los Estados Unidos, y consta de dos grupos culturales y lingüísticos principales: los basados en un parentesco matrilineal (Hopi, Keres, Towa y Zuñi), y aquellos con un sistema patrilineal (los de Taos o Tañoanos).

 

 

En 1540, Francisco Vázquez de Coronado y otros conquistadores españoles llegaron al territorio del pueblo Zuñi al sur de Nuevo México. Coronado declaró esas tierras parte de la Corona Española. En las décadas siguientes, misioneros, soldados y colonos les siguieron para subyugar a los indios, usurpar sus tierras y destruir su cultura.

Una bella figura Kachina expuesta en el Museo Danforth. La palabra Kachina puede referirse a seres espirituales antropomorfos, danzantes enmascarados que los personifican o muñecos que les representan. Los indios Pueblo aún invocan a estos seres, como hacían sus ancestros desde mucho tiempo antes de que los españoles llegaran a sus tierras en 1540 e intentaran erradicar su cultura. (Foto: Daderot/Wikimedia Commons)

Una bella figura Kachina expuesta en el Museo Danforth. La palabra Kachina puede referirse a seres espirituales antropomorfos, danzantes enmascarados que los personifican o muñecos que les representan. Los indios Pueblo aún invocan a estos seres, como hacían sus ancestros desde mucho tiempo antes de que los españoles llegaran a sus tierras en 1540 e intentaran erradicar su cultura.  (Foto: Daderot/Wikimedia Commons)

“Coronado envió a Pedro de Tovar con diecisiete hombres a caballo, unos pocos hombres de a pie y un monje franciscano llamado Juan de Padilla a la llamada provincia de Tusayán, unas cien millas al norte, de la que se decía que contenía otros siete poblados,” leemos en El Libro de los Hopis de Frank Waters.

En un principio, los Hopi pensaron que el largo tiempo esperado Pahàna, el salvador de piel blanca del que hablan las profecías, había llegado finalmente. Pero una reveladora ruptura del protocolo en su primer encuentro con los españoles les hizo comprender que estaban equivocados. Waters escribe sobre este encuentro:

La tradición Hopi añade a este relato que Tovar y sus hombres fueron conducidos a Oraibi. Allí les dieron la bienvenida todos los jefes de clan de los Tawtoma, como estaba prescrito por la profecía, y se trazaron cuatro líneas de alimentos sagrados. El líder del clan del Oso se adelantó hasta sus invitados extranjeros y extendió su mano, con la palma hacia arriba, al líder de los hombres blancos. Si hubiera sido realmente el auténtico Pahàna, los Hopis sabían que hubiera extendido su propia mano, con la palma hacia abajo, y hubiera estrechado la mano del líder del clan del Oso formando un nakwàch, el antiguo símbolo de hermandad. En lugar de eso, Tovar ordenó secamente a uno de sus hombres depositar un regalo en la mano del jefe del clan Oso, creyendo que el indio esperaba algún tipo de obsequio. Instantáneamente todos los jefes Hopi supieron que Pahàna había olvidado el antiguo acuerdo pactado entre ambos pueblos en el momento en que se separaron.

Foto que representa el nakwàch (Nakwach-Now.blogspot.com)

Foto que representa el nakwàch (Nakwach-Now.blogspot.com)

Los Hopi trataron a los españoles como a sus invitados. En Oraibi, los indios explicaron el antiguo acuerdo y profecía a los españoles. Waters escribió al respecto:

Se entendía que cuando las dos razas se reconciliaran finalmente, cada una corregiría las leyes y defectos de la otra; vivirían la una junto a la otra, compartirían en comunidad todas las riquezas de sus tierras y unirían sus creencias en una sola religión que establecería la verdad sobre la vida en todo el mundo con un espíritu de hermandad universal. Los españoles no lo entendieron, y al no encontrar oro, partieron de inmediato.

Los Hopis sabían ya que Tovar no era el auténtico Pahàna, y que se avecinaban problemas. La conquista y colonización de Nuevo México por parte de los españoles continuó lenta pero implacable, llegando hasta la remota provincia de Tusayán los problemas que los Hopis habían temido.

En 1598, los españoles “recibieron el sometimiento formal de las aldeas hopis al rey de España,” escribe Waters. Algunos relatos de abusos por parte de los españoles han llegado hasta nosotros desde los siglos XVI y XVII. Los sacerdotes violaban a jóvenes muchachas. Uno de ellos insistía en que sus sirvientes indios le trajeran agua desde una distancia de 50 millas en lugar de utilizar la del manantial que había en el lugar. Otro sacerdote propinó una paliza a un Hopi delante del pueblo entero cuando le sorprendió en lo que dio en llamar “un acto de idolatría.”

Es importante comprender en esta historia que la religión para los Hopis, con sus muchas deidades y espíritus benéficos llamados kachinas, era muy importante. Según el libro La Herencia India de América escrito por Alvin M. Joseph:

La Religión era una experiencia cotidiana que impregnaba todos los aspectos de la vida, y actuaba principalmente como una fuerza integradora entre los miembros de la comunidad. Relacionada con todo acto, era rica en mitos y simbología y se manifestaba a lo largo de todo el año en una sucesión de complejos ceremoniales en los que se ataviaban con bellos e imaginativos disfraces y parafernalia, y que incluían bailes, cantos, poemas y rituales basados en su mitología. […] Su religión, y las ceremonias asociadas a ella, estaba ordenada y meticulosamente prescrita por la tradición para obtener resultados que beneficiarían a todo el pueblo. La observancia religiosa ocupaba gran parte del tiempo de los indios Pueblo: de hecho, se dice que dedicaban al menos la mitad de su tiempo a actividades religiosas.

En la web de los Pueblo de Ysleta Del Sur podemos leer que si los nativos se resistían al dominio español, los españoles les hacían prisioneros y les torturaban o amputaban sus miembros. En 1626, la tristemente célebre Inquisición Española se estableció en Nuevo México.

Ilustración de Thomas Rowlandson (acuarela y tinta) en la que aparecen representadas víctimas de la Inquisición española (Wikimedia Commons)

Ilustración de Thomas Rowlandson (acuarela y tinta) en la que aparecen representadas víctimas de la Inquisición española (Wikimedia Commons)

Bajo este terrible yugo, los Pueblo adoptaron el cristianismo y abandonaron sus antiguas creencias. Pero según Waters, al dejar de invocar los Hopis ceremoniosamente a sus dioses, dejó de llover y sufrieron una terrible hambruna. Por ello, algunos Hopis empezaron a recuperar su antigua ceremonia de la danza Niman, en la que se despide a los Kachinas y que tiene lugar en el mes de Julio. “Cuatro días más tarde las lluvias volvieron, demostrando a los Hopis que sus antiguos ritos traían la lluvia y que la religión cristiana de los castellanos (españoles) no era buena para ellos. Lentamente fueron reuniendo fuerzas para la rebelión.”

Las ruinas de una antigua Kiva o estancia ceremonial en el Cañón del Chaco; muchos indios Pueblo aún utilizan a día de hoy estas Kivas para sus ceremonias religiosas. (Wikimedia Commons)

Las ruinas de una antigua Kiva o estancia ceremonial en el Cañón del Chaco; muchos indios Pueblo aún utilizan a día de hoy estas Kivas para sus ceremonias religiosas. (Wikimedia Commons)

Popé, un indio Tewa de los Pueblo de San Juan, junto al río Grande, fue el líder de la rebelión. Consiguió el apoyo de 70 poblados, entre los que había Hopis, Zuñis, tribus Tiwa, Tewa y Towa del norte y indios Pueblo del río Grande, hablantes de lenguas Keres, aunque algunas tribus no llegaron a unirse a la rebelión. Popé vivía en el “siempre terco pueblo de Taos,” escribió Waters. “Se enviaron cuerdas anudadas a todos los poblados indicando que el día 12 de agosto de 1680 se lanzaría el ataque.” Pero el secreto se descubrió, y por esta razón Popé ordenó un ataque inmediato el 10 de agosto. “Se rebelaron todos los poblados. Los indios mataron a cerca de quinientos españoles, entre ellos veintiún misioneros en sus altares, arrasaron iglesias, destruyeron los archivos de gobiernos e iglesias, saquearon Santa Fé y expulsaron a los españoles supervivientes (unos 2.000) en dirección a México.”

La Roca de los Danzantes en el poblado Hopi de Walpi, al nordeste de Arizona, en una fotografía de 1879 (Wikimedia Commons)

La Roca de los Danzantes en el poblado Hopi de Walpi, al nordeste de Arizona, en una fotografía de 1879 (Wikimedia Commons)

“La revuelta de los Pueblo de 1680, por tanto, expulsó por completo durante un tiempo a los odiados castellanos. El verdadero Pahàna, símbolo de la necesidad y la visión profundamente enraizadas en toda América de una fraternidad universal entre los hombres, aún estaba por llegar,” escribió Waters.

Los indios Pueblo restablecieron sus gobiernos, costumbres y creencias. Su independencia se prolongó durante más de una década, tras la cual los españoles volvieron a imponer su dominio. Pero la revuelta había obligado a los españoles a ser tolerantes con la religión de los indios Pueblo, de tal modo que, tal y como podemos leer en la web de los Pueblo de Ysleta del Sur: “desde la revuelta de los Pueblo de 1680, la Kiva y la Cruz han convivido la una junto a la otra en las comunidades Pueblo.”

El título completo del libro de Waters es: El Libro de los Hopis: la Primera Revelación de su Visión Histórica y Religiosa del Mundo: Dibujos y Material Original Recopilados por Oswald White Bear Fredericks.

Imagen de portada: Esta postal, publicada entre 1930 y 1945, muestra a un indio Pueblo sosteniendo en sus manos una vasija de Cerámica Negra de San Ildefonso. (Wikimedia Commons)

Autor: Mark Miller

Traducción: Rafa García

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

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Mark Miller

Mark MillerEs un escritor de Ancient-Origins. Tiene una licenciatura en periodismo, es editor y escritor de periodicos y revistas, desde mucho se interesa de la antropología, la mitología y la historia antigua. Sus hobbies son escribir y dibujar. Lee mas
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