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portada- Mujer abrazando a un niño, Museo de las Ruinas de Lajia. EuroPics / CEN

La Pompeya de Oriente: los momentos finales de las víctimas de un terremoto de hace 4.000 años en China

Los restos de las víctimas de un terremoto que sacudió hace 4.000 años la comunidad china de Lajia, situada en la actual provincia de Qinghai, en el curso alto del río Amarillo, forman parte de la exposición que está teniendo lugar actualmente en el Museo de las Ruinas de Lajia. La exposición muestra escenas que, según el Diario del Pueblo de China, hacen brotar las lágrimas en los ojos de los visitantes, ya que en ellas puede verse a las víctimas apretujarse aterrorizadas unas contra otras, mientras algunas mujeres abrazan a sus hijos más pequeños intentando protegerlos.

Como las víctimas de Pompeya, la ciudad romana arrasada por la erupción del Vesubio en el 79 d. C., los residentes del edificio de Lajia se conservan como testimonio de su repentina y brutal muerte. Mientras que los cuerpos de los Pompeyanos se conservaron al ser cubiertos por toneladas de cenizas volcánicas y barro, en Lajia todo el horror queda brutalmente retratado en sus restos óseos y esqueletos.

 

 

Molde de yeso de una de las víctimas de Pompeya, aún con el rostro contraído. Fuente: BigStockPhoto

Molde de yeso de una de las víctimas de Pompeya, aún con el rostro contraído. Fuente: BigStockPhoto

El desastre fue provocado por un corrimiento de tierras causado a su vez por un terremoto, y aplastó todo un edificio de la Edad del Bronce con sus ocupantes. Era una vivienda familiar en la que sus residentes buscaron refugio con la esperanza de seguir con vida. Los restos de una mujer y un niño pequeño se conservaron al pie de una de las paredes. La calavera de la mujer mira hacia lo alto mientras sus brazos rodean al niño. Otra mujer con un niño puede verse escaleras arriba en una postura similar, mientras que los esqueletos de otros dos niños aferrados a un adulto yacen junto a otra de las paredes. Todos estos hombres, mujeres y niños pertenecían a la cultura Qijia de la Edad del Bronce china, lo que significa que sus restos tienen una antigüedad de unos 4.000 años, con lo que el terremoto debió asolar esta región alrededor del 2000 a. C.

En Pompeya se expusieron este mismo año los restos de un niño de unos cuatro años pegado a su madre. Pero en este caso no hay esqueletos que conmocionen las sensibilidades del visitante – la petrificación de las víctimas conseguida por las cenizas volcánicas y el barro ya se encarga de ello.

Moldes de Pompeya: Una madre y un niño congelados en el tiempo en sus últimos instantes (Pompeii in Pictures)

Moldes de Pompeya: Una madre y un niño congelados en el tiempo en sus últimos instantes (Pompeii in Pictures)

Pompeya fue sacudida repentinamente por lo que se conoce como Flujo Piroclástico. Este fenómeno consiste en una nube de gas ardiente y rocas que se desplaza rápidamente, alcanzando velocidades de hasta 700 Km/h. Esta nube provocó la muerte instantánea a todos aquellos que habían ignorado las advertencias que el Vesubio llevaba dando desde hacía un tiempo, muchos de ellos campesinos. La nube del flujo piroclástico se abate contra el suelo mientras se mueve y extiende lateralmente. Consta de dos partes principales: un flujo basal de rocas pesadas y partículas, a ras del suelo, y una nube caliente de cenizas que se desplaza por encima del primero. El término francés nuée ardente (“nube ardiente”) es totalmente apropiado. El flujo basal destruye todo lo que encuentra a su paso mientras que la nube de cenizas incinera todo lo que toca, instantáneamente. Pompeya no fue la única ciudad que sufrió la cólera del Vesubio: Herculano fue devastada también junto con numerosas villas rurales de la zona circundante.

Los cálculos acerca de cuánta gente murió en la erupción del Vesubio varían, pero la cifra estuvo con toda probabilidad entre 10.000 y 25.000. Muchos de ellos fueron alcanzados por la nube mortal cuando se encontraban en el puerto de la ciudad, intentando encontrar refugio en algún almacén o instalación del muelle. Otros intentaron, aunque demasiado tarde, abrirse camino por la fuerza hasta los últimos barcos y botes que aún no habían zarpado, mientras que aún más se retiraron a sus casas, probablemente rogando a sus dioses familiares por su salvación. El niño pequeño y su madre fueron descubiertos por modernos arqueólogos en lo que llaman la Casa del Brazalete de Oro. Este era el hogar de una familia adinerada, decorado con frescos en las paredes y con un amplio jardín. La nube de cenizas, cuya temperatura rondaba los 300 grados centígrados, lo carbonizó todo en pocos segundos.

“Aunque ocurriera hace 2.000 años, podían ser un niño, una madre o una familia entera” explicó Stefania Giudice, del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. “Es arqueología humana, no solo arqueología.”

Se ha dado en llamar a la desgraciada ciudad de Laija la “Pompeya del Este”. Fue una de las cunas de la antigua civilización china, lo que significa que la importancia arqueológica de la región es capital.

Mujer intentando proteger a un niño, Museo de las Ruinas de Laija. Foto: China News

Mujer intentando proteger a un niño, Museo de las Ruinas de Laija. Foto: China News

Entre los objetos descubiertos en el yacimiento de Laija hay espejos, cuchillos de piedra y huesos utilizados como oráculo para la adivinación. Los restos de las víctimas de este desastre fueron descubiertos en el año 2000, en una vivienda subterránea que más tarde se supo que era la base de una cueva de loess, una de varias en un asentamiento en el que tanto cuevas como casas se utilizaban como viviendas. Uno de los hallazgos resultó ser el tallarín más antiguo de China, elaborado con harina de trigo. Una plataforma para sacrificios en el centro de la ciudad contenía la tumba de su sacerdote rodeada de numerosos objetos de jade.

Imagen de portada: Mujer abrazando a un niño, Museo de las Ruinas de Lajia. EuroPics / CEN.

Autor: Robin Whitlock

Traducción: Rafa García

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

Robin Whitlock

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