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Portada - Uno de los arqueólogos del INAH estudiando la tumba recientemente descubierta. (Fotografía: Rafael Platas/INAH)

Hallado importante panteón prehispánico en México con sorprendentes esculturas antropomorfas

La ciudad mexicana de Colima, cuyo topónimo proviene del término náhuatl Acolman, que significa "lugar donde tuerce el agua" o "lugar donde hace recodo el río", fue fundada en el año 1523, pero durante la era prehispánica toda la región que la vio nacer fue asiento de varios grupos étnicos que se disputaban el territorio.

Ahora, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México han encontrado una tumba de tiro en el centro de Colima y, según se indica desde su propia web oficial, han rescatado de su interior restos óseos de al menos 12 individuos, así como evidencias de la existencia de un mayor número de huesos alrededor de este espacio funerario. Según los expertos, nos encontraríamos ante “una pequeña ventana” a lo que fue un gran panteón prehispánico de la fase Comala (0 - 500 d. C.).

 

 

Desde el Centro INAH Colima, el arqueólogo Rafael Platas Ruiz, especificó que dichos restos, que pertenecen a una docena de adultos de sexo masculino cuya antigüedad ronda los 1.700 años, se hallaron a una profundidad de 84 cm durante los trabajos de remodelación de la iglesia Adventista del Séptimo Día de la localidad. En el lugar se había detectado una oquedad de 50 cm de diámetro, que en la antigüedad fue sellada con piedras de diversos tamaños, artefactos de molienda y huesos humanos. 

Estado que presentaban los restos humanos al ser descubierto el antiguo osario prehispánico. (Fotografía: Rafael Platas/INAH)

Estado que presentaban los restos humanos al ser descubierto el antiguo osario prehispánico. (Fotografía: Rafael Platas/INAH)

La tumba de tiro, de forma ovalada y con medidas de 1,60 metros en dirección norte-sur y 2 metros este-oeste, contenía los restos colocados de modo aleatorio, sin presentar posición anatómica. Por el momento se han registrado en ella 12 cráneos y diversos huesos, dispuestos sin orden alguno, los unos sobre los otros.

Además, según indicó la antropóloga física Rosa María Flores Ramírez, miembro también del Centro INAH Colima, varios de los individuos presentan deformación craneana del tipo tabular erecto, mientras que otros huesos indican que disponían de una complexión muy grácil y que sufrían algunas alteraciones de salud, como desgaste dental de grado medio a severo, con presencia de sarro y diversas fracturas en las piezas dentales.  

A medida que se ha ido profundizando en la excavación del lugar, los científicos han podido identificar tres niveles distintos de enterramientos. En el segundo de ellos —a una profundidad de 1,60 m— descubrieron una ofrenda integrada por cuatro objetos cerámicos, entre los que destacan dos esculturas antropomorfas con rasgos masculinos y femeninos, respectivamente, dispuestas boca abajo y en asociación directa a dos de los cráneos.

Estado y posición en que se descubrieron las dos figuras antropomorfas y la olla. (Fotografía: Rafael Platas/INAH)

Estado y posición en que se descubrieron las dos figuras antropomorfas y la olla. (Fotografía: Rafael Platas/INAH)

El personaje masculino, de mayor tamaño (39x15 centímetros), aparece de pie y presenta un cuerpo robusto. Además exhibe un tocado bastante elaborado con una especie de protuberancia a manera de cuerno en su frente, y agarra entre sus manos lo que parece ser un hacha. Por su parte, la figurilla femenina (32x14 cm) presenta un cuerpo ancho, cabeza triangular y nariz aguileña. Cuenta con una banda a modo de tocado, mantiene las manos cruzadas y en la derecha sostiene un recipiente en forma de escudilla.

Manufacturadas a base de una pasta fina pulida mediante la técnica del modelado, los rasgos faciales se representaron con esgrafiado e incisiones, y posteriormente fueron decoradas con pintura color rojo ocre. Los otros dos objetos que conforman la ofrenda son una olla globular de cuello corto que termina en un borde redondeado y una escudilla.

Platas Ruiz explicó que las características de dichos objetos permitieron definir, de manera preliminar, la datación del enterramiento en la fase Comala (0 - 500 d.C.):

“La presencia de estas piezas en la ofrenda hacen alusión a la cosmovisión de los grupos que habitaron el valle de Colima en dicho periodo. Las esculturas, de acuerdo con sus atributos, fungían como elementos propiciatorios que aseguraban la protección de los difuntos, como es el caso de la escultura masculina que representa un chamán. Los otros objetos cumplían la función de llevar los requerimientos al inframundo”, indicó el experto arqueólogo.

A la izquierda la figura femenina, en el centro aparece el ídolo masculino y a la derecha la olla globular cerámica. (Fotografía: Rafael Platas/INAH)

A la izquierda la figura femenina, en el centro aparece el ídolo masculino y a la derecha la olla globular cerámica. (Fotografía: Rafael Platas/INAH)

Se trata de la primera tumba de tiro localizada en la zona. Según expusieron finalmente los especialistas, es muy posible la existencia de más depósitos funerarios en la zona porque todo el valle de Colima mantuvo una importante y continua ocupación a partir de la fase Capacha (1500 a. C.) y hasta la llegada de los españoles (1500 d. C.).

Imagen de portada: Uno de los arqueólogos del INAH estudiando la tumba recientemente descubierta. (Fotografía: Rafael Platas/INAH)

Autor: Mariló T. A.

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Mariló T.A.

Escritora freelance, bloguera y especialista en redes sociales, Mariló trabaja y colabora desde hace años en diversos medios de comunicación online. Apasionada de la naturaleza, los animales, la fotografía, la ecología, el biodinamismo, la espiritualidad, las civilizaciones antiguas, los viajes... Lee mas
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