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Portada-Manuscrito del siglo XII con material copiado de otros textos más antiguos: una importante fuente de información para la profesora Dickey en su investigación. Fotografía: Zisterzienserstift Zwettl

Guías para aprender latín en la antigua Roma: baños públicos, banquetes, orgías y borracheras

Una investigadora que estaba traduciendo antiguos libros de texto para aprender latín de los siglos II d. C. al VI d. C. se ha puesto en el lugar de los estudiantes de idiomas del pasado para descubrir cuáles eran las mejores maneras de afrontar diversos aspectos de la vida cotidiana en el Imperio Romano. Aunque muchas de las actividades descritas en estas guías parecen más bien mundanas e incluyen consejos sobre compras, banquetes y baños públicos, hay también en estos textos pistas menos evidentes, como por ejemplo, cómo tratar a parientes borrachos, afrontar una reprimenda y provocar peleas. Estos libros están demostrando ser de un valor incalculable, ya que nos aportan datos acerca de las normas sociales que seguían en aquella época los “romanos comunes y corrientes.”

La profesora de Clásicas Eleanor Dickey, de la Universidad de Reading, ha viajado por toda Europa y ha recopilado numerosos fragmentos de antiguos libros de texto del Imperio Romano, llamados colloquia, que habrían sido utilizados por jóvenes hablantes de griego para aprender latín. Dickey ha analizado conjuntamente los manuscritos recopilados y ha publicado sus conclusiones en un libro titulado Learning Latin the Ancient Way: Latin Textbooks in the Ancient World. (‘Aprendiendo latín a la vieja usanza: los libros de texto latinos de la Antigüedad.’)

 

 

Primera página del Evangelio de Juan, Codex Sangallensis, siglo IX. (Public Domain) El texto en latín está escrito por encima del griego.

Primera página del Evangelio de Juan, Codex Sangallensis, siglo IX. (Public Domain) El texto en latín está escrito por encima del griego.

Un blog de la Universidad de Reading describe algunas de las “típicas” situaciones que los estudiantes griegos que estaban aprendiendo latín podían esperar experimentar al empezar a vivir en la sociedad romana, y la importancia de estos textos para los modernos investigadores:

Estos antiguos alumnos estudiaban conversaciones y narraciones cortas relacionadas con la vida cotidiana: compra de ropa y alimentos, la hora del almuerzo, cómo pedir prestado dinero y visitas a amigos enfermos. Por supuesto, la vida cotidiana en la Antigüedad no era exactamente como la actual, por lo que las conversaciones también se refieren a baños públicos, cómo ganar casos judiciales, poner excusas, meterse en peleas, prestar juramentos en templos y volver a casa borracho tras una orgía romana. Al igual que en sus equivalentes actuales, estos diálogos se escribían para enseñar a los estudiantes tanto la cultura como el idioma; es por esta razón que nos ofrecen una información valiosísima acerca de cómo era la vida en el Imperio Romano y cómo la veían los propios romanos.

“Cuando pensamos en los romanos, habitualmente es en los ricos y famosos generales, emperadores y hombres de estado,” ha declarado Dickey a the Guardian. Y continúa añadiendo:

“Pero estos individuos eran casos claramente atípicos: eran famosos precisamente por su carácter extraordinario. Los historiadores intentan corregir este sesgo hablándonos de las masas de romanos corrientes, pero rara vez disponemos de obras escritas por o para este tipo de gente. Estos colloquia nos ofrecen historias reales y contemporáneas acerca de sus vidas y espero que mi trabajo aporte una visión más objetiva y auténtica de su antigua sociedad.”

Uno de estos ejemplos nos ha llegado bajo la forma de un clásico diálogo en los baños romanos. La narración sigue a los personajes mientras practican la lucha, son untados con aceite y entran en la sauna para bañarse a continuación en una piscina de agua caliente. A esto le sigue una ducha y un raspado de la piel con un instrumento de metal llamado strigil. En un pasaje del diálogo leemos:

“Utilicemos la sauna y bajemos después por ahí hasta la piscina de agua caliente,” dice uno de los personajes. “Baja, échame agua caliente por encima. Ahora sal de ahí. Tírate a la piscina al aire libre. ¡Nada!.” “Ya he nadado.”

‘Antiguas ruinas utilizadas como baños públicos,’ óleo de Hubert Robert pintado en 1798. (Public Domain)

‘Antiguas ruinas utilizadas como baños públicos,’ óleo de Hubert Robert pintado en 1798. (Public Domain)

“Aquí aprendemos todo tipo de cosas que no sabíamos. Cuando salen de los baños, se dan una ducha y se raspan la piel con un ‘strigil’,” explica Dickey. La necesidad de utilizar el strigil tras pasar por el baño sugiere a Dickey que quizás el baño hacía que los personajes salieran aún más sucios de lo que estaban después de practicar la lucha. “Sabemos que los baños estaban sucios, pero no que estuvieran tan sucios,” observa Dickey.  

A pesar de todo, el libro de Dickey no pretende únicamente ofrecer una visión de cómo era la vida en el Imperio Romano, la autora también sugiere su uso a los actuales estudiantes y profesores de latín, explicando además que muchos de estos textos son un antecedente de los actuales libros para aprender idiomas a la hora de ofrecer conversaciones auténticas, interesantes y propias de la vida cotidiana (de la época). De forma muy parecida a los estudiantes de idiomas de hoy en día, los estudiantes griegos del pasado “también utilizaban versiones especiales para principiantes de las obras de grandes autores latinos, como Virgilio y Cicerón, además de diccionarios, gramáticas, textos con su traducción en griego, etc.”

Papiro del siglo V en el que se observan las versiones en griego y en latín de un discurso de Cicerón. (Public Domain)

Papiro del siglo V en el que se observan las versiones en griego y en latín de un discurso de Cicerón. (Public Domain)

Dickey ha comentado en The Guardian que estos textos se utilizaban muy a menudo: “Sabemos esto porque han llegado hasta nosotros en gran cantidad de diferentes versiones medievales manuscritas. Al menos seis versiones diferentes circulaban por Europa hacia el año 600 d. C.” La investigadora añade a continuación: “Esto significa que era más común que muchos antiguos textos mejor conocidos: solo existía una copia de Cátulo, y menos de seis de César. Además, tenemos bastantes fragmentos de papiros [de este texto]. Al perdurar solamente fracciones muy reducidas [de este material], cuando tienes más de un fragmento de papiro, con toda seguridad el texto era popular en la Antigüedad.”

Imagen de portada: Manuscrito del siglo XII con material copiado de otros textos más antiguos: una importante fuente de información para la profesora Dickey en su investigación. Fotografía: Zisterzienserstift Zwettl

Autor: Alicia McDermott

Traducción: Rafa García

Este artículo fue publicado originalmente en www.ancient-origins.net y ha sido traducido con permiso.

Alicia McDermott

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